martes, 11 de noviembre de 2014

PASAJES DE "CÉCILE. AMORÍOS Y MELANCOLÍAS..." (8)

CAPÍTULO II
La Amistad
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Mis continuas visitas al río propiciaron el desarrollo de una temprana vocación literaria, impregnada de un apabullante romanticismo. Los balbuceos poéticos en forma de versos burlescos, compuestos durante el verano en honor de la impertinente Arancha, se fueron transformando paulatinamente en un poemario en donde el lirismo superaba a la estructura poética. Sólo necesitaba un bolígrafo y una hoja de papel cuadriculado, arrancada de mi libreta, para plasmar en ella la belleza aprehendida. De aquellos momentos dan fe estos versos en los que, con un atrevimiento sin límite, quise emular a Antonio Machado en su excelente Poema: “A un olmo seco”, aunque el objeto de mi composición fuera, en mi caso, el río Pisuerga. Bien se podría aplicar en esta ocasión el conocido dicho: “Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid...”

AL RÍO PISUERGA
Aguas dulces del río verde y plata;
el resplandor dorado
realza la belleza que arrebata,
al humillarse el sol, enamorado.
Deja que admire, corazón en vilo,
el porte con que bañas las orillas,
reflejando al deslizar tranquilo,
árboles de hojas verdes y amarillas.
Discurres sin saciar el ansia toda,
de huertos, pedregales y sequeros,
que pidieron tu mano y no hubo boda.
Faltos de ti, pastores y labriegos,
lamentan tanto líquido perdido
rumbo al mar, sin haberlo retenido.
Otra vez, mi Castilla, siempre seca,
será todo un clamor de voz reseca;
otra vez, quedarán los campos yertos,
esperando la lluvia que no llega,
mudando los sembrados en desiertos;
llorará el labrador la dura brega
¡tanto dolor sin fruto!
hasta hacer del trigal, campo de luto;
otra vez ante los ojos, curioso,
del puente que te ve pasar callado,
suspiraré celoso
de los muros que gozan lisonjeros
por siempre contemplando tu belleza.
Pisuerga: viajeros,
quieren volar mis versos con certeza,
para ser de mi voz, los mensajeros.

El resultado de tanto ir y venir, de tanto buscar palabras que rimasen y, en definitiva, de tanta pérdida de tiempo sin hacer hueco para conjugar una sola vez el verbo estudiar, se concretó en un brusco descenso en las calificaciones mensuales. Suspendí en casi todas las asignaturas, incluida la de Religión. Pronto se hicieron evidentes las previsiones que me auguraban en casa estos resultados, y el Padre Oquendo, que ejercía de tutor, no tardó en avisar a mis padres para concertar una entrevista, advirtiéndoles, de paso, sobre la necesidad de un cambio radical en mi comportamiento, dejando caer la sibilina amenaza de que, de persistir en tal actitud, peligraba mi continuidad en el Colegio.
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2 comentarios:

  1. Excelente poema ¡Enhorabuena! Germán.

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    1. Estimado Germán; Gracias por tu comentario. Deseo que también te gusten las demás composiciones poéticas de mi novela, Saludos. Carlos.

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