jueves, 4 de junio de 2015


CÉCILE SE VISTE DE LARGO

El domingo concluyó el mes de las flores, y el lunes, día en que comenzaba el mes de la luz, Cécile, decidió ponerse de largo. Le apetecía lucir sus galas en una ciudad bonita y por eso eligió Zamora. Paseó un buen rato por la peatonal Santa Clara, recreando la vista con el bullir de una ciudad que paseaba haciendo compras, sin prestar mucha atención a los edificios que flanqueaban su caminar. Cécile, por el contrario, admiraba cada piedra noble o cada edificio modernista que guardaba en el recuerdo y que ahora, al contemplarlos de nuevo, le parecían aún más hermosos. Cuando alcanzó el Parador, se sintió emocionada al ver impreso el azul de sus ojos, en los carteles que colgaban desafiantes en las casetas de la XXX Feria del Libro. Pasó entre ellas sin apenas detenerse por temor a ruborizarse y se dirigió al noble edificio que alberga la Biblioteca Pública. Allí fue recibida como una princesa por Dª Concha González Díaz de Garayo, su directora, y por D. Luis González , alma máter de la Feria. Pasó de puntillas ante una exposición de la Santa de Ávila y accedió a la Sala de Conferencias, dispuesta a despojarse de parte de su vestimenta, para mostrarse lo más natural posible, tal como pensaba que era. Declamó alguno de sus poemas, explicó su ascendencia y su raigambre zamorana, relató parte de su vida y se ofreció generosa para satisfacer la curiosidad de sus atentos oyentes. Al final, al recibir los aplausos corteses y los regalos de algunos de los presentes, notó que la emoción la embargaba.  

Sintiéndose más hermosa que nunca, confundió sus pasos entre los viandantes y abandonó silenciosamente la ciudad que la había acogido con tanto cariño, prometiéndose volver en cuanto las circunstancias se lo permitieran.

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