jueves, 22 de octubre de 2015

PASAJES DE "CÉCILE. AMORÍOS Y MELANCOLÍAS..." (20)
CAPÍTULO III
La Prepotencia

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―En este pueblo ―dijo, refiriéndose a Coreses― nació Ramón Álvarez, gran imaginero y autor de muchas de las tallas de la Semana Santa zamorana, entre ellas la de la Virgen de la Soledad.
Tal era su animosidad que parecía que, al atravesar el límite provincial de Zamora, todo su cuerpo hubiese experimentado una resurrección gloriosa, que le dotaba de una locuacidad propia de un predicador.
Al llegar a la capital, frente a los jardines de La Marina, ordenó a Félix:
―Sigue por Santa Clara arriba, hasta que puedas aparcar. Allí nos esperas el tiempo que sea menester. He de hacer una gestión que nos ocupará un tiempo.
La gestión no era otra que llegarnos hasta la iglesia de San Juan y hacer una visita a la Virgen de la Soledad.
―Era una costumbre que tenían mis padres cada vez que se acercaban a Zamora ―me dijo, al llegarnos a la Plaza Mayor―. Nosotros seguiremos con la tradición, como buenos católicos. Recuerdo que, en vida de mis padres, no había Sábado Santo que no acudiéramos a ver la procesión de la Virgen, por mucho frío que hiciera. Éstas y otras historias, de las que tendrás noticia con el tiempo, pertenecen al acervo cultural de nuestra familia, y no deben salir de ella. Como has podido comprobar, no he querido que Félix supiera de nuestras costumbres y de nuestra forma de proceder. A cada uno en esta vida nos toca representar un papel y él, hoy por hoy, está a nuestro servicio, y de lo que hagamos o dejemos de hacer, cuanto menos sepa, mejor.

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