jueves, 7 de enero de 2016


ALBERTO HERNÁNDEZ

Hasta la fecha, no he tenido el placer de conocer personalmente a este gran poeta y periodista venezolano y parece poco probable que tal hecho pueda producirse. Un océano por medio me lo impide; sin embargo, gracias las nuevas tecnologías y a un cúmulo de casualidades, o mejor dicho, de causalidades, tengo la fortuna de seguir sus escritos desde no hace mucho tiempo en facebook, en donde publica con regularidad "Crónicas del olvido", unos magníficos epistolarios en donde desfilan personajes de todo tiempo y lugar; espléndidos retratos de gente sencilla o de poetas renombrados a los que la experta pluma del escritor alumbra, rescatándoles del olvido a los que les conduciría el tiempo, que con su transcurso, todo lo empolva. Desde la más estricta objetividad  sus vidas y su obra poética son analizadas con una prosa cuidada y cercana al lector; prosa que, las más de las veces, es prosa poética y en la que la nostalgia de tiempos pasados o el resquemor por la actual coyuntura por la que atraviesa su país, son una constante subyacente.

Venezuela es para nuestro hombre su país de origen, y también Venezuela fue el destino soñado, "el dorado" al que emigró una prima carnal mía cuando los pozos petrolíferos suponían un poderoso atractivo para los españoles que por aquellas fechas se morían de hambre, cuando no de vergüenza, tras una guerra cruel como todas, pero además fratricida como ninguna, en la que mostramos al resto del mundo sin ningún éxito, (como se vio meses más tarde), lo que es pasar calamidades.
Mi prima, casi centenaria, ha creado una familia en Caracas, y el vínculo que me une con ella, reforzado en los últimos tiempos, ha sido acicate más que suficiente para interesarme  por el país que acoge parte de mi sangre. En este aprendizaje he contado con la ayuda de parientes y amigos y la causalidad se convirtió en casualidad cuando contacté con Alberto Hernández. No somos parientes, aunque  su primer apellido sea el cuarto de mi padre, lo que indica claramente el mestizaje y el origen hispano de muchos venezolanos. De la poesía de Alberto Hernández me encantan sus aforismos (Crónicas de un desatino) y de sus escritos, la profundidad de un pensamiento que se ensortija con un léxico del que he rescatado en propio provecho varios vocablos que, aunque admitidos por la R.AE., no son de uso frecuente en España. ¡Grandeza del idioma!

Os recomiendo, leáis con atención sus "Crónicas" para adentraros en el acervo cultural de Venezuela y también su excelente poesía, aguda, filosófica y, en cierta forma, profética.


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