domingo, 4 de septiembre de 2016

PASAJES DE “CÉCILE. AMORÍOS Y MELANCOLÍAS…” (28)

CAPÍTULO V
La Acogida
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Varios fueron los acontecimientos que llamaron la atención de Petra en los primeros días de su estancia entre nosotros, entre los que destacaba el hecho de poder disponer de agua corriente a voluntad. Se maravillaba de que al abrir el grifo pudiera salir por él semejante cantidad de agua, sin agotarse “el depósito”. Lo había comprobado experimentalmente una mañana en que se quedó sola en casa. Durante horas, esperó pacientemente, con el grifo abierto, a que el agua dejara de salir. De este incidente nos enteramos, como era de esperar, por Domi, la portera, a la que Petra confió ingenuamente su descubrimiento. También le llamaba la atención que los excrementos desaparecieran del inodoro sin dejar rastro. En un principio creyó que se acumulaban en alguna letrina situada en los bajos del edificio. Cuando mi madre le habló de las distintas cañerías que por debajo de las calles transportaban las inmundicias al río, se alegró de no vivir en la desembocadura de los colectores.

―¡Madre del Amor Hermoso! Llenitos de mierda tienen que estar los que vivan cerca de esos tubos. ¿No sería más sano que fuera a parar toda esa porquería a una era con gallinas? ―se preguntaba, y daba sus razones―: De toda la vida, en el pueblo hemos hecho las deposiciones en el corral con la presencia de estos animales y, como de seguida picaban de esta broza, desotro día no quedaba ni rastro de lo que nos había sobrao del cuerpo.
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