.La tarde lluviosa y tristona, reclamaba una
actividad lúdica en un espacio confortable y para ello nada mejor que ir al
cine. En la oferta cinematográfica de los Multicines, se ofrecían toda suerte
de películas, unas de terror, otras policiacas o thrillers que, a juzgar por
sus pósteres podían entristecernos aún más, así que nos decidimos por: "No
culpes al karma...", con la única intención de pasar el rato, y he de
decir que acertamos, porque ese objetivo se alcanzó debido al ágil ritmo que la
directora María Ripoll ha sabido imprimir al film y a la genial interpretación
de Verónica Echegui, la protagonista. De lo demás poco que resaltar, pues el
guión es enormemente simple y convencional aunque esté basado en la novela de
Laura Norton. En la película, Verónica Echegui, interpreta el personaje de
Sara, un pretendido prototipo de joven de nuestra juventud actual, que lucha
ingenuamente por sacar adelante un proyecto empresarial tan disparatado como
utópico, en el cual sufrirá numerosas vicisitudes y reveses que ella achaca
repetidamente a su destino (el karma) cuando en realidad se debe a su bisoñez,
a su alocada manera de ver la vida y a sus continuas inseguridades. Para colmo
de desgracias, sus padres y hermana conforman una familia totalmente
desestructurada, en la que no encontrará apoyo sino todo lo contrario. Tampoco
le sonríe la faceta amorosa con un novio distante y a distancia, aunque el
recuerdo del primer amor mantenga encendido el objetivo de conseguirlo, tal
vez, en algún momento.
No resulta original el personaje de Sara, a medio
camino entre Amélie y Bridget Jones, mujeres con múltiples adversidades en su
vida a las que van venciendo como modo de supervivencia. Del mismo modo, la
alternancia de diálogo y recitación por parte de los personajes de música pop, ya
lo hemos visto, con mayor profusión y éxito, en películas como "El otro
lado de la cama" o su continuación "los dos lados de la cama".
En resumen: una película menor, entretenida con gags
ocurrentes y una Verónica Echegui que luce, interpretativamente hablando, por
encima de todo el elenco.
No quiero pasar por alto la calificación moral; "Mayores de 12 años", a todas luces
insuficiente. No creo que para niños de esa edad sea muy edificante contemplar
múltiples relaciones extra matrimoniales, onanismo, familia desestructurada,
infidelidad explícita, consumo de alcohol y de estupefacientes etc. etc.. todo ello relatado de una forma festivamente
deliciosa, lo que hace que su mensaje subliminal, tenga mayor repercusión. Luego
nos quejamos de que nuestros jóvenes se inicien cada vez a edad más temprana en relaciones
sexuales y consumo de drogas, cuando les mostramos estos hechos como normales y
divertidos. ¡Así nos va!
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