domingo, 11 de diciembre de 2016

PASAJES DE “CÉCILE. AMORÍOS Y MELANCOLÍAS…” (31)

CAPÍTULO V
La Acogida

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A pesar de que la talla era la apropiada, las pocas carnes y la falta de costumbre de Petra a llevar uniforme, hacía que pareciera vestida para carnavales. A cada paso que daba, la cofia se ladeaba, pues no se sujetaba en su cabeza a la que el paso de los años había dejado escasa de pelo.
―¡Ay señorito! ¡que me vea yo de esta guisa! ―argumentaba Petra, al verse en el espejo del aparador―. Desde que me casé, no he gastado más que sayas, salvo cuando enluté por mi difunto marido, en que cumplí la promesa de llevar dos años el hábito de la Dolorosa.
―Date cuenta, Petra, de que ahora no estás en el pueblo, sino sirviendo en casa de un notario, y has de vestir conforme a lo que exige nuestro rango. Con el tiempo, te irás sintiendo cómoda con el nuevo atuendo, y luego no querrás llevar otro. Al lujo enseguida se acostumbra hasta el más desarrapado ―sentenció mi padre, con la exquisita delicadeza que le caracterizaba.
―¿Y si me mancan los zapatos? ―preguntó con todo fundamento Petra, que caminaba ya ligeramente escorada.
―¡Imposible! ―afirmó, mi padre―. Me han costado doscientas pesetas. Por ese precio, el tafilete es de tan alta calidad que se adapta a cualquier pie, aunque, como los tuyos, hayan estado pisando boñigas toda la vida.
Mi madre hizo un gesto de reprobación a las duras palabras de su marido y, más compresiva, trató de calmar las inquietudes de Petra.
―Hazme caso y comienza por ponértelos media hora el primer día y luego vas aumentando la postura progresivamente. Ya verás como así no te rozarán. Lo importante es que cuando venga Nacho, los lleves con soltura.
                                                                                     
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2 comentarios:

  1. Nos llevas a sentir ese roce doloroso del zapato que aprieta y el yugo del uniforme que nos borra con el almidón la identidad. Un abrazo.

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  2. Eres una lectora con una gran imaginación. Captas la lectura hasta ser capaz de introducirte en la piel de los protagonistas. Te felicito por tu maravillosa manera de ver el mundo fabulado como real. Un abrazo, María José.

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