jueves, 22 de junio de 2017

PREMIO  "SARMIENTO"  DE POESÍA

Cécile está encantada  y, sin duda, enamorada. A mí me ocurre lo mismo. Cuando le comuniqué que pensaba escribir una novela sobre nuestros amores juveniles, se quedó un poco sorprendida y un tanto arrebolada. Pronto se tranquilizó cuando le aseguré que únicamente desvelaría aquellos pasajes románticos que me llevaron a elegirla entre todas las muchachas de su edad. Ella era mi amor, mi poesía, mi forma de entender la vida. Jamás—le dije—, he sido con nadie tan feliz como contigo y el relato de nuestros encuentros y de los poemas que te escribí, pueden ayudar a que otras parejas busquen, como nosotros, lo más elevado en una relación que no es otra cosa que el amor sublime.
Con un mohín cariñoso, me dio su aprobación y, desempolvando cartas y poemas, me puse manos a la obra hasta concluir la novela que titule: "Cécile. Amoríos y melancolías de un joven poeta".
Con ella revivo épocas pasadas, que actualizo cada vez que tengo la ocasión de exponerlas ante un público mayoritariamente juvenil.

Luego surgió aquella invitación que se consolidó, recuerdo: un 10 de febrero. Por vez primera, pude declamar mis versos en ese ámbito cultural que durante cuarenta años ha ido iluminando de versos las tardes de los viernes vallisoletanos.

Estos encuentros poéticos nacieron del empeño poético  del escritor y poeta Andrés Quintanilla Buey, durante muchos años presidente de la Academia Castellano-Leonesa de poesía, promotor de esta idea bautizada como "Los viernes del Sarmiento", que se han continuado desde su fallecimiento en 2008, bajo la dirección de su esposa, Araceli Sagüillo.

Aquella tarde los versos resonaron en la Cátedra de los grandes poetas  con efusión lírica desconocida. Cécile, en la distancia, me impulsaba a declamarlos con el mismo entusiasmo con el que fueron compuestos, y al concluir mi intervención, ayudado en mi empeño por la soprano Natalia Mota, me sentí transportado al momento justo en el que fueron imaginados, pues el azul intenso de los ojos de Cécile, es el mar sosegado por el que navego y sueño día tras día.

El Premio SARMIENTO que se me ha otorgado y por el que me siento agradecido y feliz, es fruto de la fuerza creadora de quien me lo ha inspirado: Cécile, y a su amor eternal, sentimiento que me impulsa a seguir construyendo poemas como este:

 TU PRESENCIA

Nada me conforta más que tu presencia.
No importa el lugar donde te halle.
Tanto me da que el sol dore las copas de los árboles
o que el aire gélido vaporice las palabras.
Iré a buscar las flores que te agradan
para amueblar con sus pétalos mi estancia
 y rellenar los espacios del alma
cuando no te sienta cerca.
Tu perfección me enloquece hasta transformar
los tristes recuerdos melancólicos
en sentimientos de gozosa plenitud.
Me siento fuerte al sentir
la fragilidad de tu cuerpo abrazándome.
Si algún día no pudiera besar tu boca,
besaría aquellas palabras
con que me anunciabas el amanecer,
alejando de mi mente
toda sombra de melancolía que me acecha.
Voy a rellenar los espacios del alma
con pétalos de las flores que te agradan,
para sentir tu aroma, por si una catástrofe
derribara los muros de este mundo
llevándote a donde no pudiera verte.
No importará que el Sol ya no me alumbre
ni que la noche sea eterna.
¡Llevo grabada en el alma tu presencia!




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