FLORECIDA PRIMAVERA
Te vi
abriéndote entre flores,
primavera del
alma florecida,
una mañana que
el sol templaba
el aire,
templado el corazón en melodías.
Tenía veinte
años, lo recuerdo,
tú, algunos
menos ; sin apenas conocerte, te quería
pues ya sabes que
el amor es un presagio,
como el devenir
de la muerte, se adivina.
El aroma del
campo y tu presencia
era el bien, en
ese instante, apetecido.
A bocanadas
aspiraba el aire puro
por si calmaba
mi deseo de abrazarte
antes que
surgiera la tarde
y después la
negra noche
lacerara mi
esperanza primera,
flor tentadora
de fragancia
o, quizás,
ilusión pasajera.
Primavera de
amor ¡qué etérea eres!
revestida de
hada pasas cerca
y al
aprehenderte,
escapas
dejándonos
el velo
perfumado, el sueño,
quimera o fantasía,
de poder imaginarte
toda plena a la
luz que acaricia
y que no quema.
Uno tras otro,
vuelan a mi alrededor
los abejorros
libando el néctar
que aspiraba a
retener en mi boca
la tuya;
una tras otra
ven mis ojos
pasar las flores nuevas.
Es un delirio
de imágenes vistosas
las que
desfilan ante mí:
sugerentes
azaleas, jazmines, rosas...
y al igual que
Lakmé: " sobre la orilla de flores
en esta fresca
mañana, me deslizo suavemente
por la
corriente fugaz hasta ganar la otra orilla
en donde el
pájaro canta."
Fotografía de Juan Jesús García Visa
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