EL CARACOL
Después
de oscuridad fue la tormenta
la
que alteró el sosiego de aquel día,
entre
rayos, el agua que caía
inundaba
la tierra tan sedienta.
Escuchando
tronar, no me di cuenta,
de
proteger la tierna peonía
sembrada
en el jardín al mediodía
para
ser del verano vestimenta.
Cuando
el cielo se hubo despejado,
vi
mi planta de pálidos verdores
destrozada
con otras a su lado
y
un caracol con concha de colores
buscando,
lentamente, su bocado,
gustosa
para él sin sus olores.
Fotografía de Mayte Martín García
El viento en su infancia jugaba con caracoles de tierra y mar. De ahí que cuando los ve siempre surjan ráfagad de cariño.
ResponderEliminarLos caracoles de tierra y mar se estremecían cuando el viento jugaba con ellos. Sus conchas consevan todavía esa enorme sensación de cariño.
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