domingo, 2 de agosto de 2020

PARÍS. OH, LÀ LÀ! (6)



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Localizar a Jeremías no fue tarea fácil. Ni siquiera sus padres disponían de su número telefónico. "Nos llama de vez en cuando a la Centralita de la Plaza y le escuchamos tan mal, que le hemos dicho que más vale que se guarde el dinero y venga a vernos para la Fiesta. Hemos creído entender que se encuentra bien"— fue la contestación de mi tía Lucía. Por fin, y gracias a su amigo "El Chimenea", pude hablar con él. Una voz juvenil, pareció alegrarse con la llamada y  me respondió al otro lado del hilo telefónico proporcionándome la dirección a la que tendría que dirigirme para encontrar su lugar de pernoctación. "Vivo bastante alejado de la Estación y darte el modo de llegar aquí en Metro y bus, sería muy complicado. Más vale que cojas un taxi, que tú bien puedes"—concluyó, creyendo que nadaba en la abundancia.

El día en que abandoné mi hogar, no quise que me acompañara nadie a la estación. Era una tarde invernal en la que el expreso Madrid- Hendaya- Paris llegaría sobre las diez de la noche a la estación Campo Grande. Al despedirme, besé a tata Lola, estreché la mano de Gabriela, me fundí en un abrazo con Margarita, rocé la mejilla de mi padre, que siguió leyendo el periódico como si la cosa no fuera con él, y, en el descansillo, junto con un abrazo elevé a mi madre para que sus lágrimas empaparan mi rostro. "Cuídate, corazón", fueron sus palabras, entre sollozos. Al embocar la calle Gamazo, una densa niebla me impedía ver más allá de tres o cuatro metros y eso me producía una sensación de soledad y tristeza infinita. Con mi preocupación y mi maleta a cuestas, en la Plaza de Colón, al introducir la mano en el bolsillo del abrigo noté el tacto de un billete de mil pesetas. Se trataba de un complemento amoroso de mi madre que se añadía a la generosa cantidad de dinero con la que me había provisto  en casa.

Un viaje agotador en el que no pegué ojo y un dolor de costillas magulladas, se vio recompensado por el tibio sol parisino que me saludó tan pronto puse mi pie y mis ilusiones en la Gare de Lyon.

A medida que un taxi me conducía a casa de Jeremías, pude apreciar la degradación de viviendas y ambientes. Mi primo vivía en una zona bastante alejada del Centro y gracias a que, según su indicación, la llave reposaba oculta bajo el felpudo, pude entrar en su domicilio. Repuse fuerzas con bocadillos sobrantes del viaje y me quedé profundamente dormido, apenas me recosté en un sofá. La voz de Jeremías me despertó con un amable:

Mon gars, ça va? —Dándome prueba evidente de sus conocimientos en el idioma galo.

—Estoy cansado pero bien—respondí, medio dormido.

Hacía muchos años que no había visto a Jeremías y le encontré muy cambiado. Con más de treinta años cumplidos y sin que su piel hubiera renegado del tono cetrino de antaño, había estilizado la figura conservando una delgadez que le confería un aspecto atractivo. Se le notaba desenvuelto, con ademanes más refinados que los que recordaba y sobre todo, hablaba distendidamente, manteniendo una continua sonrisa en el rostro.

—Así que has venido con la intención de hacerte famoso en París—comenzó diciendo—. No te resultará fácil pero puedes conseguirlo. Hace catorce años que llegué a esta ciudad y al principio todo fueron calamidades. Empecé de pinche en una brasserie, después en otra, hasta que no hace mucho, al hablar francés con cierta fluidez, he conseguido el puesto de camarero en un conocido restaurant. Eso ha hecho posible que pueda costearme el precio de este cuchitril. Ahora tengo acceso a propinas y espero, si todo va como pienso, establecerme por mi cuenta y seguir progresando.

—Ya veo que tu idea de convertirte en el amo de París, no se te ha ido de la cabeza.

—Ya descubrirás, primo, que el dinero lo es todo. ¿Te acuerdas qué desprecios sufría en el pueblo por ser hijo del “Mecagüen”? ¿Y de los desplantes que me daba Rosita la de la Nicanora?—Se sonrió abiertamente—. Ahora, aquí nadie conoce a mi progenitor y no me faltan mujeres. Este fin de semana vendrá de invitada  Florence y puedes creerme que no es la primera que ha visitado este hospedaje.

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