SOLEDAD
No juguéis con los sueños que
ennoblecen  
ni con el despertar blanco y azul de la
mañana 
si el desierto rojo sangre 
de dura soledad rasgó algún alma.   
En la mesa 
allí donde hubo vapores de amorosas
velas, 
aquellas que alumbraron la pasión, hoy
rota, 
en la amarga nicotina del engaño, 
el triste cenicero humea. 
No hubo despedida ni duelo, apenas nada,
ni nadie acompañó aquel dolor, 
traspasado el corazón por una hiriente
daga. 
Puede que fuera aquello amor 
o acaso un viento recio  
golpeando la ventana o, tal vez, 
un eco perdido, una risa de hiena 
antes de que la niebla  
vistiera su desnudez de escarcha. 
En el recinto donde ahora habita, 
surgen los fantasmas del silencio 
con sábanas manchadas, 
y siente que el mañana no vendrá 
bajo la forma sutil del beso y la
esperanza. 
No juguéis con los sueños que ennoblecen
¡oh fatua seducción de quien engaña! 
Porque bajo la piel que cubre el cuerpo 
anida el corazón, transpira el alma. 
Entre flores se abrió la primavera:
añagaza 
para seguir esperando en el mismo lugar 
en que esperó y espera 
fumando por fumar el humo de la nada. 
No juguéis con los sueños que ennoblecen
dejando entre tinieblas la mañana. 
No juguéis jamás con la ternura fiel, 
la entrega y el dolor de una mujer, 
en vigilia de amor, enamorada. 
Fotografía de David Dubnistkiy


Hermoso poema
ResponderEliminarUn millón de gracias, Alie. Te deseo un feliz domingo. Abrazos.
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