domingo, 14 de diciembre de 2025

 

VALLADOLID RINDE HOMENAJE AL PADRE GAGO

 


La iglesia de San Pablo de Valladolid fue el emotivo escenario donde el pasado 9 de diciembre de 2025 la Agrupación Coral Pneuma homenajeó al Padre Gago, solemnizando con su arte la Eucaristía oficiada en su memoria. A continuación le siguió un recital de Adviento con un abultado y variado catálogo, que cubrió desde el Gregoriano hasta piezas autóctonas del repertorio africano, pasando por el Cancionero de Upsala.

Pese a una climatología que no colaboraba a una asistencia masiva, doscientas personas nos congregamos en el templo vallisoletano para disfrutar de un concierto lleno de significado, en el que cada pieza fue contextualizada con referencias a la vida del Padre Gago y a sus escritos.

La directora del conjunto, Natalia Mota, afirmó que el recital evocaba «…a un dominico cuyo trabajo mejoró cualquier lugar por donde pasó, siempre con la sonrisa por delante». Al mismo tiempo subrayó la faceta musical del Padre Gago, desde su más infantil contacto con ella a través de su padre, hasta los últimos momentos en que, en ella, encontró refugio y acompañamiento al sufrimiento provocado por el mieloma que padeció hasta su muerte.

Cuantos asistimos a la audición salimos impregnados de una espiritualidad propia del Tiempo de Adviento, de la buena música y de la presencia intangible, pero cierta, del Padre Gago, cuya elevación a los Altares parece cada día más próxima.





jueves, 11 de diciembre de 2025

                                                     BODAS DE NADA

 

Cuando le dijeron que el jardinero había muerto, cerró el mirador acristalado que daba al jardín, echó la falleba y, cuarenta años después, dio por concluida la venganza por sus "bodas de nada".

De joven, se dejaba querer por el aroma de los almendros en flor, por la luna llena en las noches despejadas y por todo lo que consideraba digno de ser amado. También se dejó querer por un hombre alto y moreno que arribó como escribiente a la Notaría del pueblo. Ya fuera por la novedad de una mirada diferente, por los gestos refinados con los que acompañaba su pausado hablar o, simplemente, porque la llamada del amor alteraba su pulso y le entrecortaba la respiración, aquel hombre fue ganando su confianza hasta que la pasión derribó los últimos recelos que despertaba en su vida la presencia de un forastero del que no sabía nada.

En los primeros días de mayo acordaron la boda, para que en julio los jazmines compusieran el ramo de novia. Entre una fecha y otra, puso la intención y el alma en los preparativos, para que todo resultara perfecto. Enamorada, pensaba que la ceremonia y la vida entera junto al gallardo pretendiente, sería inolvidable.

En el día señalado, cuando llegó a la iglesia, estaban todos los invitados esperándola, menos el novio. Algo debía haberle ocurrido... Pero en vano aguardaron su llegada.

Las flores se marchitaron en el ramo inmaculado, y sintió que se le desgarraba el corazón después de desgarrar con sus uñas el traje de novia, cuando se desvestía. No quiso que nadie tocara por un tiempo las viandas del banquete, algunas ya dispuestas entre arcos florales en el jardín de su propia casa. Decepcionada, sin lágrimas con las que ocultar el porvenir esfumado y las habladurías que afirmaban que el fugado ya estaba casado, abandonó el pueblo para iniciar una nueva vida en la capital. Allí prosperó sin hacer concesiones a ninguna proposición masculina, hasta que, jubilada, regresó al pueblo, en el que todavía se recordaba el hecho y la copla que se cantaba por el suceso:

Una novia fue negada

en la villa que te acoge.

El asunto sobrecoge

pues fueron bodas de nada.

 

En la tranquilidad de su retiro, supo por medio de su sirvienta, que el hombre que la había abandonado, vagaba por el pueblo, pobre y sucio, en busca de algún trabajo. Sin pensárselo dos veces, ordenó que le contrataran como jardinero. A partir de entonces, observaba cada tarde, desde el mirador, cómo su antiguo amor, bastante deteriorado por el paso del tiempo, se encorvaba ante ella, hundiendo la azada en el surco en el que plantaba las flores más diversas, que en su momento adornarían las estancias de su casa. En todo este tiempo, no intercambió con él palabra alguna, ni siquiera cuando le abonaba el salario, pues lo hacía a través de la sirvienta. En varias ocasiones, el hombre dirigía su mirada hacia el mirador en actitud de súplica, pero sólo contemplaba el rostro de una mujer indiferente, que protegía su ropa con los encajes del vestido nupcial.

 

Después del óbito, ya nunca volvió a abrir el mirador, mandó destruir los amarillentos encajes y compuso e imprimió una redondilla que distribuyó por el pueblo y que decía así:

 

La novia que fue negada

por un cobarde huidizo,

se vengó de lo que hizo:

hacer de la boda, nada.

 

 

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domingo, 7 de diciembre de 2025

 

FÁBULA  DE LA FUGAZ CONVERSIÓN DE UN ESCRITOR

 

 


La fama de la que gozaba don Agapito Martínez de Coslada y Pérez de Armentería era incuestionable. Doctor en Filología, poeta,  ensayista y director de un periódico local, era la viva estampa del éxito literario que él mismo se encargaba de alimentar, ocupando su fotografía la primera página del periódico si asistía al acontecimiento al que se le invitaba. En su ciudad no había suceso cultural de cierto prestigio en que no fuera solicitada su presencia, y de paso, era homenajeado. Los organizadores de esos eventos, en un prodigio de imaginación, sabían que premiar a don Agapito era ensalzar su acontecimiento literario a los altares  de la actualidad gráfica, con lo que ello suponía de difusión y autobombo.

Tampoco le faltaban a nuestro ilustre escritor ofrecimientos para que presidiera jurados de certámenes y justas literarias, a las que don Agapito se prestaba gustoso porque, entre otras razones, le daba oportunidad de exhibirse, una vez más, en el diario, y lo que era mucho más importante: de esa manera podía corresponder a compañeros y amigos que previamente le habían distinguido con algún Galardón. La forma de actuar en estas ocasiones era bien sencilla: dejaba a una lado el montón de ilusiones en forma de escritos de los participantes y abría directamente los sobres que contenían las plicas. El resto es fácilmente imaginable. Otras veces, el procedimiento era mucho más sencillo: sobre la mesa de su escritorio figuraba el seudónimo que él mismo indicara días atrás al colega con quien estaba en deuda. Su trabajo se reducía entonces a escribir una frase rimbombante con el que justificar tal decisión: "La poesía de ...... es de una altura tal que leyendo sus versos uno cree deambular en espacios celestiales...."

Un día, sintiendo remordimientos de su injusto proceder, decidió obrar en conciencia. Leyó cada uno de los manuscritos de un concurso literario y decidió otorgar el premio al mejor trabajo, que correspondió a un autor desconocido. Sus corifeos, como siempre, aplaudieron la decisión, pero el fallo del certamen no debió agradar a quien lo esperaba, puesto que, en los meses siguientes no recibió invitaciones ni plácemes. Compungido, sobrado de desvergüenza, pero falto del halago humano, nuestro escritor decidió volver a las andadas. "A partir de ahora, obraré como siempre se ha hecho", pensó. Y la injusticia continúo...

MORALEJA: La conversión si no es total, no es válida.




 

jueves, 4 de diciembre de 2025

 

HAIKUS DEL ESPERANZADOR DICIEMBRE

 

 

 

Viene diciembre

con la esperanza puesta

en Navidad.

 

Dice la gente:

“Qué frío este año”,

sin pensar más.

 

Cae la nieve.

Plumas para colchones

de ilusiones.

 

Miles de luces

te guiñan entre nieblas

sin deslumbrar.

 

El veinticinco

tendrás el gran regalo:

¡Un sorpresón!