jueves, 31 de octubre de 2024

 

LA VIDA DE MAGÍN PUERRO

-XVII-

 

 

Suponiendo que Juanillo

tras recibir Sacramentos

en unos pocos momentos

agotaría su vida,

pensé fuera su partida

principio de mis cimientos.

 

Mi novia y yo nos dormimos

en un pajar que encontramos.

No digo si nos amamos

pero es fácil deducirlo:

siendo jóvenes, decirlo,

ofende a los bien pensados.

 

 

Nunca hubo una mañana

con luz tan resplandeciente,

ni mujer tan complaciente

como mi bella María.

Me dijo que me quería

por ser hombre diferente.

 

 

Juanillo al Cielo se fue,

anunciaron las campanas

y recobré nuevas ganas

de hacerme con el mesón,

lo soñaba, mi ilusión

no era croar de ranas.

 

 

“¿No tiene llave el mesón?

—pregunté a voz en grito—

para mí es todo un rito

recomendar a difuntos

bebiendo los deudos juntos

y que sea Dios bendito.”

                                             

domingo, 27 de octubre de 2024

 

AMANDA

 

 


 

Intuyo tu presencia, aunque no pueda verte.

Te imagino vestida de coral con pómulos rosados

presta a emerger, radiante y jubilosa

con la sonrisa franca de todo lo que nos regala el mar.

 

Hundo mis pies en el agua por sentirte cercana,

para poder vibrar al unísono cuando aparezcas,

pero me pierdo en la inmensidad de un horizonte lejano

en la profundidad misteriosa de tu corazón palpitante.

 

Generas un oleaje apacible o inquieto

que invade los pliegues de mi alma,

cuando te haces espuma sobre mi cuerpo anhelante.

 

Con cada embate del agua me emociono

pensando en tu proximidad,

pero el mar se aleja mansamente de mí

sin apenas haberme acariciado.

 

Por las mañanas, te busco con la esperanza

de saber algo más de tu ternura de ninfa

de cabellos desatados.

Siento en mi pecho el dolor agridulce

de lo imposiblemente amado

y suspiro cada tarde con la desgarradora sensación

de lo inalcanzable.

 

Me atormenta la realidad como un cuchillo hiriente

que mata toda esperanza y, sin embargo,

espero y confío escuchar, alguna vez,

ese canto delicadamente penetrante,

sutil lamento de tu voz, reclamándome.

 

Me balanceo indefenso a merced del destino,

y creo ver tu rostro en el espejo marino

en el que el sol reverbera.

Entre realidad y sueño te busco y te saludo

sin mediar palabra, y sin poder contemplarte.

Aunque cabalgues entre olas invisibles,

te esperaré varado y dolorido

en la playa, cuando el sol decline.

 

Él muere conmigo y se ilusiona al alba

con la esperanza de poder gozarte plenamente.

 

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jueves, 24 de octubre de 2024

 

 LOS NÚMEROS DE LA SUERTE

 

 

Alfredo era un habitual jugador de la Primitiva sin que por ello se le pudiera considerar un ludópata, ni mucho menos, porque, únicamente, se gastaba un euro en cada sorteo. Eso sí, los seis números a los que apostaba eran cuidadosamente elegidos, pues estaba convencido de que se relacionaban, de alguna manera, con las circunstancias del mundo que le rodeaba.

De manera que, por ejemplo, contaba el número de individuos que se cruzaban con él desde que salía de casa hasta doblar la esquina. Si eran 41, ese guarismo ya figuraría en el boleto. Otras veces, anotaba el número de balcones de una determinada casa y, por supuesto, si eran 16, ya sabía cuál era la casilla que señalaría en el impreso. Con estas y otras ocurrencias rellenaba ese esperanzador papel que habría de hacerle millonario.

La cruda realidad era que jamás llegó a cobrar un premio importante, tan solo una vez la fortuna le gratificó con 16 euros y, muy de tarde en tarde, volvía a jugar gratis al acertar el reintegro.

Lo curioso del caso era que Alfredo no desistía de su original método de tentar la suerte, pues después de que supiera la combinación ganadora, explicaba perfectamente la aparición de todos y cada uno de los números ganadores. Si había salido el 4, ese número era coincidente con el de hermanos que tenía; el 25 eran los euros que recibía de propina cuando estudiaba en la Facultad; el 19 y el 36 hablaban claramente del año en que comenzó la Guerra Civil… y así sucesivamente.

La conclusión a la que llegaba siempre era la misma: Él era el que había fallado por no haber tenido en cuenta los acontecimientos apropiados y continuaba obsesionado  a la búsqueda de otros diferentes, sorteo tras sorteo.

Su novia, Begoña, le dejaba hacer, dado el pequeño desembolso semanal, aunque estaba convencida de que la suerte no suele premiar a quien la persigue. Próximo el día de su  enlace matrimonial, le propuso rellenar ella misma el boleto y eligió los siguientes números: 1, 3, 10, 20, 24, y 50. “¿En qué te has basado para formar esa combinación?”—inquirió Alfredo. “Muy sencillo—respondió Begoña— El 1 es porque al casarnos pasaremos a ser una sola carne. Los cuatro números siguientes se refieren al día de nuestra boda, que será el tres de octubre de este año y, en cuanto al 50, lo he elegido por ser el más alto y quiero que sean, al menos cincuenta, los años de felicidad que disfrutemos casados.”

Realizado el sorteo, tampoco esta vez hubo suerte, pero Alfredo se dio por satisfecho al comprobar que con Begoña era la primera vez en que había acertado plenamente.

 

 

 

domingo, 20 de octubre de 2024

 

LA DANZA DEL VIENTRE

 


(Obra teatral en tres Actos)

 

 ACTO PRIMERO

(El matrimonio en la cama)

 

LA MARUJA— ¡Jai, Antonio de mi vida! He esperao a que estuviéramos solicos en la cama para comentarte un asunto que me preocupa.

EL ANTONIO— ¡Madre del Amor Hermooso! Mu grave ha de ser la cosa pa’ que me molestes ahora que sabes que vengo reventao del mercadillo.

LA MARUJA— Sí, chacho, estoy preocupá por la Trini.

EL ANTONIO— Pues, antonces, ¿qué le ocurre a la Trini?

LA MARUJA— Se está poniendo mu gorda. Con lo joven que es, le da vergüenza a la muchacha hasta de salir a la calle y eso que me paice que ahora, anda tras ella el jalatero.

EL ANTONIO— Maruja, por mi santa maadre, no me quites el sueño por esas chorraadas. En cuanti deje de zampar bollos, eso se arregla soolo. A mayores, que coja la fragoneta y que se venga pa’ el mercadillo conmigo y en dos semanas se pone de fina como una Gipsy Kings de esas.

LA MARUJA— ¡Qué bruto eres, Antonio! Lo que la niña necesita es hacer ginasia. La voy a apuntar a la Academia de Dolores la del “Tostao”, para que haga “danza del vientre” y baje tripa.

EL ANTONIO— ¡Madre mía de lo que me enteero! No sabía yo que Dolores recetaba pastillas para mover los entestinos.

LA MARUJA— ¡Qué animal eres, Antonio! Está visto que en sacándote del calzao, no entiendes de nada. Tú déjame hacer a mí y ya verás cómo la chiquilla adelgaza.

 

 

ACTO SEGUNDO

(Dos meses más tarde, el matrimonio en la cama)

 

LA MARUJA— ¡Antonio, Antonio…! No te quedes dormío, mi arma, que en la cama es el único sitio en donde podemos parlar sin que se enteren los churumbeles.

EL ANTONIO— ¿Y qué te se ofrece ahora, Maruja de mis entraañas?

LA MARUJA— Es sobre la Trini, Antonio. Que no adelgaza, Antonio; que no adelgaza. En la Academia me dice la del “Tostao” que se mueve mucho, pero a luego la veo yo en la cocina mover más la boca. ¡Me se está quedando sin galletas! Y luego no veas los plataos de legumbre que se zampa a mediodía.

EL ANTONIO— ¡Válgame el Señoor! Tenemos que hablar con la niña antes de que nos apoden “los toneleeros”.

LA MARUJA— Sí, Antonio. En lo tocante a los hijos, pa’ luego es tarde, En cuanti antes se hable con ellos, mejor. Esta hija de mis entrañas me preocupa. ¡Ay, Dios mío, no hago más que pedir en el Culto por ella!

 

 

ACTO TERCERO

(Pocos días después, en el comedor)

 

EL ANTONIO— Vamos a ver sinus aclaramos toos: Trini ¿Se puede saber por qué no te contienes y te pasas el tiempo comiendo como si acabaras de llegar en patera?

LA TRINI— Padre, que no es pa’ tanto.

EL ANTONIO— ¡Mecagüendiela! Pues no me dice la mama que te has comido hoy un platao de lentejas que más que platao era una fuente

LA MARUJA— Tiene razón el papa, que yo lo he visto.

LA TRINI— Es que me ha dicho el jalatero que las lentejas tienen mucho hierro.

EL ANTONIO—Chacha, pero ¿pa’ qué quieres el hierro? ¿Es que te vas a hacer chatarreraa?

LA TRINI (comenzando a dar hipidos)— Es que… Es que…

EL ANTONIO— Vamos atragantaa; di que te pasa, que no te voy a comer que no soy el tío Tragaldabas

LA TRINI— Pues que… Pues que… A mí no me se quita la gordura con la danza del vientre, porque el vientre me danza solo.

LA MARUJA— ¿Y cómo es eso, chiquilla?

LA TRINI (gimoteando)— Que estoy preñada madre. Que ya tuve la danza hace tiempo con el jalatero y ahora la criatura parece que va a salir al padre, sigún se mueve.

LA MARUJA (empuñando la escoba)— ¡Acabáramos! ¿Y la honra? ¿Y el pañuelo con sus bordadicos y too? Me dan ganas de darte con la escoba y esmoñarte.

LA TRINI— No me se ponga así madre. Que el pañuelo es grande y ya me encargo yo de hacer media docena de moqueros.

EL ANTONIO— Tie razón la niña, Maruja. A grandes males… ¿No t’acuerdas cuando desotro día me se rompió el tenderete? Pues llamamos al jalatero y arreglao.

LA TRINI (abrazando a su padre)— ¡Ay papa! ¡Qué abuelo más grande vas a ser!

EL ANTONIO— Maruja, vete partiendo el pañuelo que me se cae la baba.

FIN

   

 

jueves, 17 de octubre de 2024

 

IMPRESIONES

 

 

Solo sé que soy árbol, sentimiento

nacido de semilla tan liviana,

que al hundirme en la tierra, porcelana

parece ser la savia, que yo siento.

 

El estar arraigado es sufrimiento.

¿No he volar jamás? En la fajana,

aguardo esperanzado la mañana

que ahuyente de la noche, el pensamiento.

 

Los pájaros recorren mi corteza

quitándome el dolor, después sonrío,

si por temer la tala, me abandonan.


Cuando la lluvia llegue, la tristeza

se alejará por siempre del plantío,

en el que mis delirios se sazonan.

 

Fotografía de Joaquín De Jaudenes Ortuño

 

 

 

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domingo, 13 de octubre de 2024

 

PASAJES DE “CÉCILE. AMORIOS Y MELANCOLÍAS DE UN JOVEN POETA” (105)

CAPÍTULO X

La Ambición

 

 

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Un buen día, me preguntó sorpresivamente:

―Estás enamorado, ¿verdad?

Y antes de que yo pudiera responderle, se anticipó diciéndome:

―Sé que tu contestación va a ser afirmativa, porque no se concibe un poeta que no esté enamorado, aunque el objeto de su amor no sea necesariamente una mujer. La poesía, la auténtica poesía, sólo puede brotar de un espíritu enamorado.

Yo le relaté mis sentimientos hacia Cécile, e incluso le mencioné mis episodios con Arancha, de la que había conseguido librarme gracias a la casualidad, y no porque hubiera tenido el coraje de mandarla a freír espárragos.

―A mí me ocurrió un hecho parecido cuando estudiaba en Madrid, en la Facultad de Filosofía y Letras ―me comentó pausadamente, tras reavivar el fuego que consumía su puro―. Por aquel entonces yo ya tenía echado el ojo a una compañera, que me atraía por su discreta manera de comportarse, y porque en alguna ocasión, cuando me sorprendía mirándola, ella bajaba la vista para luego volverme a mirar de nuevo. Ya te anticipo que esa mujer era Rosario, mi esposa, a la que un día de estos te presentaré, pues es tan tímida que cuando doy clase, ella se retira a su habitación a leer, que es su afición preferida. Pues bien ―dijo, exhalando una bocanada de humeantes vapores―, todos los días, por los pasillos de la Facultad, entre clase y clase, una jovencita se colocaba a mi lado haciéndose la encontradiza y me daba palique. No era fea ni tenía mala presencia, pero me molestaba sobremanera su compañía, porque no deseaba en modo alguno que mi amor platónico creyera que estaba comprometido. No sabiendo qué hacer para que no me acompañara más, aproveché que en su intrascendente conversación se interesara por la rama de Filosofía que yo estudiaba, para devolverle la pregunta con muy mala intención. Y tú ―le dije― ¿de qué rama estás colgada? Comprendo que la pregunta fue una grosería por mi parte, pero sirvió para deshacerme de tan pegajosa compañía. Me dolió lo que hice, pero me sentí liberado. En ocasiones hay que tomar decisiones no apetecibles: “El bien supremo del amor no puede estar cuestionado” ―enfatizó.

Una de aquellas tardes, en que dilucidaba en dónde se encontraba el complemento predicativo de una oración, apareció en la abigarrada habitación que ocupábamos una mujer de unos sesenta años, que tras pedir perdón por la interrupción, nos ofreció unos vasitos de limonada en una bandejita veneciana.

―La tarde se ha puesto muy calurosa. Tal vez la bebida os refresque un poco ―pronunció con un timbre de voz que era todo dulzura, tras apartar con delicadeza varios libros que le impedían depositar la bandeja sobre la desordenada mesa de trabajo.

―Rosario: te presento a mi delfín y futuro gran poeta, Álvaro ―anunció, don Julián, en un tono burlón.

―Encantado de conocerla ―dije, poniéndome de pie.

―Siéntate, hijo y no hagas caso de las chanzas de un viejo rimador de palabras ―respondió, dando un cariñoso pescozón a su marido.

Cuando la mujer hubo abandonado la habitación, don Julián hizo un encendido elogio de su mujer:

―Es una santa y siempre ha tenido conmigo una paciencia infinita. Al poco de conocernos, ya sentía por ella un amor indescriptible. Le gustaba oír de mis labios: “Tú eres mi mejor yo”, que le susurraba al oído sin mencionar que la cita no era mía, sino de Ortega y Gasset. Cuando nos hicimos novios, para no perderla, fingía ser un ferviente católico y le acompañaba a misa todos los domingos, hasta que, seguro de su amor, le confesé que mi devoción era fingida, pues era un republicano convencido y además agnóstico. Ella se quedó por unos momentos pensativa, para decirme a continuación: “Tú también eres para mí mi mejor yo, pero no vuelvas a engañarme. Te acepto con tus virtudes y defectos. Respetaré tus creencias como tú has de respetar las mías”. Y seguimos cogidos de la mano, como si nada hubiera ocurrido. “Puedo asegurarte ―mencionó don Julián con los ojos húmedos― que el mutuo respeto ha sido el secreto de nuestra felicidad. Desde entonces se da la paradoja de que, siendo un agnóstico, duermo abrazado a un Rosario del que rezo cada noche más de cinco Misterios, antes de coger el primer sueño” ―rió pícaramente.

                                                                                      ……………………………..

 

jueves, 10 de octubre de 2024

 

PASAJES DE”LAS LAMENTACIONES DE MI PRIMO JEREMÍAS” (105)

CAPÍTULO VII

Se acerca la Fiesta

  

 

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La busqué por toda la casa, hasta encontrarla en el comedor, sentada en el sillón contiguo al aparador ochavado. Tenía los ojos cerrados, la cabeza recostada sobre un cojín y las manos en el regazo sujetando un libro. En el techo, las sílfides parecían mecerse con los compases de la «Sexta Sinfonía» de Beethoven, que en aquel momento reproducía la gramola. Creyéndola dormida, me acerqué sigiloso por miedo a despertarla, pero ella no dormía: seguramente me estaba esperando. Intuyendo mi presencia, sin siquiera abrir los ojos, comenzó a decirme:

―¿No crees, Alvarito, que la vida es tan bella y tan corta que no merece la pena perder ni un minuto de nuestra existencia en riñas y confrontaciones? ¿Has podido aprehender en estos días de vacaciones siquiera una parte de toda la belleza que dimana de la naturaleza? Dicen que un hombre es tanto más sabio cuanto mayor es su capacidad para captar esa belleza y hacerla suya. Escucha con atención esta sinfonía y podrás percibir con qué sensibilidad Beethoven expresó los sentimientos que le inspiraba la vida campestre. Luego, si lo deseas, la escucharemos de nuevo, y quiero que concentres la atención en el segundo movimiento, en donde se describe una escena junto al arroyo, algo muy parecido a lo que Jeremías, Tinín y tú habéis vivido esta mañana en el regato. Salpicando los compases de la melodía, se pueden apreciar los cantos del ruiseñor, la codorniz y el cuclillo en un pasaje verdaderamente delicioso que te llenará de paz interior. Hijo mío: cuando el alma se encuentra en este estado, no caben los enfados, iras ni rencores, y es absolutamente impensable el insulto, y menos hacia tu hermano.

                                                                                  ………………

domingo, 6 de octubre de 2024

 

CARTA AL AMIGO INVISIBLE (XXIV)

 

 

Querido amigo:

Hemos entrado en el otoño, con la dulce sensación que proporcionan las diversas tonalidades con las que se viste el paisaje y, a la vez, con la triste situación en que se encuentra el mundo, cada vez más empeñado en destruirse a sí mismo.

No hace mucho tiempo, la invasión de Ucrania por parte de Rusia constituía nuestra máxima preocupación; preocupación a la que ahora se añade el conflicto judeo- palestino de Oriente Medio. En un incremento continuo de las hostilidades, en este momento no sabemos si la presencia de nuevos actores hará que el conflicto se incremente hasta alcanzar límites insospechados, Y mientras el derramamiento de sangre y todo lo que conlleva nos acongoja, un iluminado, tramposo y populista en Venezuela ha decretado el comienzo de las Navidades. Es inconcebible que este brote psicótico de Maduro no sea tratado ni siquiera por sus más fieles seguidores en aras del sentido común. Claro, que una buena gratificación acalla las conciencias y puede hacer que admitan que Chávez, en forma de pajarito, se aparezca a su dictador jefe diciéndole, que por el bien de su pueblo, permanezca en el cargo..

No andan muy lejos de este diagnóstico mental el inefable López Obrador y su continuadora Sheinbaum, empeñados en que España pida perdón por la conquista de sus tierras hace quinientos años. Su venganza ha consistido en no invitar a nuestro Rey a su toma de posesión. Es una lástima que estos dos descerebrados no den las gracias a nuestro país por la ingente acción cultural y humanitaria llevada a cabo en su territorio en un momento de la historia en que sus pobladores no tenían siquiera la categoría de personas y que los conquistadores les libraron, entre otros, de las atrocidades de un tal Moctezuma.

La situación política en nuestro país, tampoco es para estar muy contentos. Un aspirante a tirano, que actúa como tal, está empeñado en perpetuarse en el poder a cambio de lo que sea. Se está haciendo con todas las instituciones que le pueden dar la razón en las incontables ocurrencias que surgen en su mente con la finalidad anteriormente mencionada. El Procés, la Amnistía y ahora el Cupo catalán constituyen su obsesión junto a la destrucción de pruebas que involucren a Begoña, su mujer, envuelta en diversos y oscuros manejos. Alimentado su ego por los Medios de comunicación que, en buena medida. están a su disposición, está conduciendo al país a la ruina sin que se atisbe el día en que presente su dimisión.

Hay otros temas ocurrentes que producen abundante información basura, para solaz de los telespectadores, con objeto de desviar la atención de lo que es realmente importante. Estamos hartos de ver los affaires amorosos del Rey emérito, las monjas de Belorado, el exministro José Luis Ábalos, etc. etc. y si lo que deseas es un programa de alto nivel cultural, no te pierdas First Dates.

Me gustaría darte mejores noticias, pero me apresuro a comunicarte estas. Ya sabes que siempre es posible ir a peor.

Abrazos, amigo invisible.

 

 

 

 

 

jueves, 3 de octubre de 2024

 

HAIKUS DEL SIN PAR OCTUBRE

 



Dime, octubre,

por qué tornas rojiza

la parra verde.

 

Escalofríos

siento al ver abiertos

los abanicos.

 

Ya voy notando

acortarse las tardes

a buen ritmo.

 

Sé por el gato,

a mis pies enredado,

que tiene frío.

 

Las dulces uvas

en el paladar saben

a tierra fresca.

 

Fotografía de Nicolás Ventosa López.