PASAJES DE " CÉCILE. AMORÍOS Y
MELANCOLÍAS....." (14)
CAPÍTULO II
La Amistad
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Luego, intentando que la conversación tomara otros derroteros más apropiados para los oídos de su hija, dijo a ésta:
―Margarita, arréglate que vamos a ver si en “El Palacio
de Cristal”, queda algún retalito de piqué que nos haga juego con la falda
rosa.
―Sí, mamá. ¿Llamamos a doña Engracia y a Goyita?
―Mejor vamos solas, no se nos vaya a hacer demasiado tarde.
Esta contestación era una prueba de la bondad de mi
madre. Sabía por experiencia que doña Engracia sufría cuando no encontraba
“retalitos” para su hija y se veía obligada a comprar, del paño apetecido, la
pieza entera si no quería que su hija fuera enseñando las carnes; por eso,
muchas veces, tras salir de las tiendas sin comprar mercancía alguna, decía
auto-convenciéndose:

Al oír tan
optimista comentario, me preguntaba si también entre los cadetes existirían
cadetes espirituales y cadetes carnales, y si entre los “carnales” habría alguno
al que no le importaría no salir retratado de cuerpo entero el día de su boda.
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