PREMIO
"SARMIENTO" DE POESÍA

Con un mohín cariñoso, me dio su aprobación y,
desempolvando cartas y poemas, me puse manos a la obra hasta concluir la novela
que titule: "Cécile. Amoríos y melancolías de un joven poeta".
Con ella revivo épocas pasadas, que actualizo cada
vez que tengo la ocasión de exponerlas ante un público mayoritariamente
juvenil.
Luego surgió aquella invitación que se consolidó,
recuerdo: un 10 de febrero. Por vez primera, pude declamar mis versos en ese
ámbito cultural que durante cuarenta años ha ido iluminando de versos las
tardes de los viernes vallisoletanos.
Estos encuentros poéticos nacieron del empeño
poético del escritor y poeta Andrés
Quintanilla Buey, durante muchos años presidente de la Academia Castellano-Leonesa
de poesía, promotor de esta idea bautizada como "Los viernes del
Sarmiento", que se han continuado desde su fallecimiento en 2008, bajo la
dirección de su esposa, Araceli Sagüillo.

El
Premio SARMIENTO que se me ha otorgado y por el que me siento agradecido y
feliz, es fruto de la fuerza creadora de quien me lo ha
inspirado: Cécile, y a su amor eternal, sentimiento que me impulsa a seguir construyendo
poemas como este:
TU
PRESENCIA
Nada me conforta más que tu presencia.
No importa el lugar donde te halle.
Tanto me da que el sol dore las copas de los árboles
o que el aire gélido vaporice las palabras.
Iré a buscar las flores que te agradan
para amueblar con sus pétalos mi estancia
y rellenar los
espacios del alma
cuando no te sienta cerca.
Tu perfección me enloquece hasta transformar
los tristes recuerdos melancólicos
en sentimientos de gozosa plenitud.
Me siento fuerte al sentir
la fragilidad de tu cuerpo abrazándome.
Si algún día no pudiera besar tu boca,
besaría aquellas palabras
con que me anunciabas el amanecer,
alejando de mi mente
toda sombra de melancolía que me acecha.
Voy a rellenar los espacios del alma
con pétalos de las flores que te agradan,
para sentir tu aroma, por si una catástrofe
derribara los muros de este mundo
llevándote a donde no pudiera verte.
No importará que el Sol ya no me alumbre
ni que la noche sea eterna.
¡Llevo grabada en el alma tu presencia!
.
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