LA GRANDEZA DEL MAR
Tengo
ante mí
un
mar abierto, voluptuoso,
encrestado
de plata,
grandiosa
plataforma
de
azules ondulantes.
Nace
de su seno una fuerza
inmensa,
contagiosa,
que
me anima a creerme poderoso
viéndole
desde la playa,
en
donde reposa mi alma
malherida,
llagada por el dolor acumulado
de
los días inciertos.
Me
asombra la humildad
con
la que se tiende a mis pies
y
saludo con una sonrisa
el
reflejo irisado de su cara amable
bajo
un sol que reverbera
juguetón
en el horizonte.
Hoy,
más que nunca, quisiera ser mar,
mostrarme
plácido o embravecido a voluntad,
siempre
seguro, como él, del enorme potencial
que
atesoran sus entrañas.
Hoy,
más que nunca, quisiera sumergirme
en
su elemento, nadar hasta alcanzar
la
costa acantilada en donde
encontrar
¡al fin! la presencia anhelada
de
una diosa que repare de mi alma, la sustancia.
Fotografía
de Joaquín de Jaudenes Ortuño
Que poema más bonito y sentido, Carlos. Te traslada y te transporta a ese lugar y a esa sensación del momento. Enhorabuena.
ResponderEliminarMuchas gracias, amable comunicante. Si al leer mi poema has experimentado esas sensaciones, me doy por satisfecho. Ese era el fin que perseguía. Te deseo un buen día. Saludos.
EliminarMuy lindo y sentido poema.
ResponderEliminarMuchas gracias, Alie. Recibe mi afecto y mi deseo de que pases una buena noche. Abrazos.
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