LA VIDA DE MAGÍN PUERRO
-XXII-
Todos
contentos, la Ana
fue
la única que dijo
que
tal vez fuera prolijo
esperar
que el casamiento
se
retrasara. ”Lo miento…
¡por
si esperaran un hijo!”
Sin
recabar opiniones,
don
Cosme fijó la fecha
enseguida,
pues la mecha
de
la pasión consentida
no
debe verse encendida
sin
estar la boda hecha.
.
María
y yo comentamos
de
manera sosegada
cómo
de forma pactada
se
concertó nuestra boda
por
la iglesia como toda
unión
de amor bien gestada.
No
teníamos padrinos,
ni
aros de compromiso,
ni
papeles, ni permiso
para
podernos casar
tuvimos
que postergar.
tanto
boda como guiso.
.
Poco
gustó al sacerdote
retrasar
la ceremonia,
pues
ya pasó con Antonia
que
cada año decía
que
pronto se casaría
más,
ni arroz ni ceremonia.
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