AMOR EN LIBERTAD

En esta coyuntura tan sumamente inestable, acordaron
verse y clarificar su situación. Jorge manifestó sin ambages que, en los
últimos meses, había tenido ocasión de conocer a varias chicas por las que en
un principio se sintió atraído, pero que ninguna de ellas fue capaz de hacerle
olvidar la tierna sensación que recordaba de sus encuentros con Ana. "En
ocasiones, mariposeaba con otras, no siéndote fiel—confesó—, y ni siquiera en
su momento, actué honradamente, pues el brillante que te regalé, no era tal,
sino una circonita. No debí hacerlo, lo sé, pero la condición de "libertad"
no me daba la suficiente seguridad para regalarte una joya de gran valor.
Ana, escuchó en silencio y comenzó a relatar la
propia experiencia vivida en los meses precedentes. "También yo he tenido
otros pretendientes. Alguno estaba decidido a comenzar conmigo una relación
formal, pero cuando pensaba en ti, sus palabras me parecían huecas y carentes
de sentido y recordaba con nostalgia aquella manera con me asegurabas que era
para ti una mujer única — y añadió—.¡Ah! Tampoco yo he jugado limpio, los
gemelos que te regalé no eran de oro, apenas tenían un débil baño de ese metal.
No podía arriesgarme a adquirir algo valioso, existiendo la posibilidad de que
nuestro principio de "libertad" arruinara nuestra relación".
Esta mutua y sincera confesión, fue la clave para que los rescoldos de una bella historia de amor se reavivaran. Mirándose fijamente a los ojos, y sin pronunciar palabra, se cogieron de las manos y acercaron sus cuerpos. Como si el sol quisiera unirse al momento supremo del encuentro, sus rayos templaron el ambiente en el momento en el que Ana y Jorge se perdonaron mutuamente fundiéndose en un abrazo.
Desde entonces,
supieron que la "libertad" no consistía en disfrutar individualmente
lo que había que compartir en pareja, sino la maravillosa capacidad que les
permitía elegirse y la que les hacía pasar el mayor tiempo posible juntos,
disfrutando de un amor que se prometía eterno.
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