jueves, 24 de diciembre de 2020

 

DÍA DE CUMPLEAÑOS

 

 

 

 

 

Cuando apenas el día ha comenzado

y brillan en el cielo los luceros,

te doy gracias, Señor, porque me has dado

el poder caminar por los senderos,

sentirme un año más canto rodado,

que sueña en el camino poder veros.

No hay don más preciado que la vida,

aunque se quede atrás la edad florida.

 

A todos los amigos, que a diario

me seguís en el blog, perdí la cuenta,

con la Octava Real, sé que es primario,

os quiero agradecer la cita atenta

dedicada a este pez, que en el acuario

rebasó con largueza los setenta.

Aunque lejos estéis, os doy la mano

para poder hacerme más humano.

 

 

Fotografía de Santos Pintor Galán.

 

 

jueves, 17 de diciembre de 2020

 

MOTIVO DE ORGULLO

 

 

 

La publicación de hoy en mi blog, nada tiene que ver con el mundo literario, sino que se refiere a un asunto de índole personal. Mi hijo, Carlos Malillos Manso, licenciado en Psicología y Diplomado en Enfermería y que actualmente presta sus servicios en la R.E.A del Hospital Pío del Río Hortega de Valladolid, ha sido reclamado por TVE-1 para que diera su opinión acerca de la Diabetes, del Coronavirus y de la importancia que la Pandemia tiene y tendrá  en las relaciones interpersonales.

Como podéis suponer, su disertación ha sido más extensa que la que se muestra en el video, pero en un programa de gran audiencia, sus comentarios se han intercalado en la grabación al gusto del montador del reportaje.

Como padre, siento un especial orgullo al ver y escuchar a mi hijo en el Canal más importante de la televisión española y compensa, en parte, la zozobra que hemos sentido y sentimos aún, pues desde que comenzó esta maldita Pandemia ha estado en primera línea intentando salvar vidas tanto en la U.C.I como en la R.E.A o en Oncología.

Su vocación de Psicólogo la ha puesto de manifiesto, ayudando de manera desinteresada a cuantos compañeros han precisado de su ayuda debido a la tensión sufrida en sus puestos de trabajo.

El video de la grabación lo encontraréis en la dirección: https://youtu.be/W3iRiujmVT0

Gracias a todos por vuestra comprensión, al haberos privado de mis habituales publicaciones

¡Feliz jueves!

domingo, 13 de diciembre de 2020

 PASAJES DE "CÉCILE. AMORÍOS Y MELANCOLÍAS DE UN JOVEN POETA" (73)

CAPÍTULO XI

La Tertulia

 

.


 

 

Aromas primaverales y un cielo despejado que inundaba con su luz cegadora aquella mañana de Junio, me acompañaban en mi regreso a casa. Era sábado y acababa de recibir mi entretenida clase de francés, rematada con la consiguiente audición musical, según acostumbraba a hacer madame Stéphanie. En esta ocasión, me había regalado el oído con un cuento de hadas musicalizado por Tchaikovsky: “El lago de los cisnes”, e incluso, de puntillas, me había ilustrado la parte final del ballet, bailando algunos compases para evocar ―dijo― su añorada juventud. Todo parecía sonreírme, pero la experiencia nos dice que, aún en los días más claros, una imprevista nube negra puede desbaratar en pocos minutos la luminosidad existente y provocar una gran tormenta... Algo parecido me ocurrió cuando, tras franquearme Petra la puerta de entrada, oí la irritada llamada de mi padre, reclamándome:

―¡Álvaro! ¡Álvaro! ¡Ven aquí inmediatamente!

Mi padre me esperaba sentado en un sillón del salón, con el rostro demudado y congestionado por la tensión. Sin apenas darme tiempo a que me preguntara el porqué de su llamada, empezaron a salir de su boca toda clase de improperios dirigidos a mi persona.

―¡Quiero una explicación! ¡Necesito una explicación! ―comenzó diciendo―. ¡Cómo ha podido castigarme Dios con un hijo que desoye todas mis advertencias y se convierte en portavoz de las más abyectas consignas de ese cáncer de nuestro tiempo que es el comunismo! Bastante estoy sufriendo con ver que, en vez de dedicarte de lleno a los estudios y llegar a ser notario, pierdas el tiempo componiendo sonetillos, y encima hayas elegido como profesor de Lengua y animador de tus locos caprichos a un desalmado correligionario de esa pandilla de criminales, que estuvieron a punto de segar la vida a tu propio padre.

¡Mira! ¡Mira lo que hago con esta porquería! ―dijo, lanzando contra el suelo un librito de escaso grosor en el que estaban escritos, entre otros, “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” de Pablo Neruda―. No me tienes que decir la procedencia de esta bazofia que he encontrado en tu cuarto, porque está dedicada a don Julián.

―Así es, papá; es un libro prestado por don Julián ―dije, a media voz― para que fundamente mi poesía con nuevas formas expresivas...

―¡Valiente paparrucha! De la mente de un rojo no puede salir nada que merezca la pena. Miguel Hernández, Alberti y Lorca no han escrito sino mariconadas. ¿Crees que tu padre es un ignorante que no ha leído a esa gentuza?

Atusándose el bigote, quizás para tomar aire, mi padre se puso en pie y, levantado la mano derecha hasta casi rozar con el índice la lámpara del salón, me conminó diciendo:

―¡Recoge ese libro del diablo y devuélveselo a don Julián! Pide dinero a tu madre para pagarle las clases que le debemos y hoy mismo te despides de él. Prefiero que suspendas la Lengua y diez asignaturas más, antes de que un rojo frustrado te arengue hasta convertirte en un miliciano.

―¡Pero, papá ―dije suplicante―; don Julián es el mejor profesor que he tenido en mucho tiempo!

―¡Hasta en eso te ha convencido! Está escrito que los hijos de las tinieblas son más listos que los hijos de la luz. Estoy seguro de que ese hombre te habrá ido ganando con halagos para su causa. ¡Menos mal que creo haber llegado a tiempo de que sus enseñanzas no te hayan convertido en un hereje! Lo dicho ―concluyó diciendo―; devuelve el libro y despídete. No quiero verte más por casa de ese pervertido.

Y abandonó el salón, dejándome confuso, con un triste encargo que cumplir y con el gran poeta Neruda, y todo el genio de su poesía, a mis pies.

                                                               ...........................................

Fotografía de Pedro de la Fuente.

                                                 

jueves, 10 de diciembre de 2020

 

HAIKUS PRE-NAVIDEÑOS

 

 

 

Tras el otoño,

el invierno se acerca.

Te siento llegar.

 

Blanca nevada,

antes que el sol te funda,

sé luz del alba.

 

Veo en tus ojos

dulzor y primavera.

¡Locos amores!

 

Magos de Oriente,

entre sueños espero,

Paz, impaciente.

 

Todos los hombres

tendrán que ser hermanos.

Friedrich  Schiller.

 

Fotografía de María Criado Navarro.

sábado, 5 de diciembre de 2020

 

.PASAJES DE "LAS LAMENTACIONES DE MI PRIMO JEREMÍAS" (73)

CAPÍTULO V

El tío Caparras

    

 

 

...................................................

Ayudado por don Matías, el abuelo consiguió incorporarse y, apenas anduvo unos pasos, se oyeron las zapatillas de Petra repicando en el pasillo y la consabida cantinela:

―Espere señorito. Ya le acompaño yo, no siendo que entavía se caiga y la preparemos.

Avisados por Petra, toda la familia, incluida tata Lola, estuvimos confinados en una habitación el tiempo que duró la conversación, para que don Matías no fuera interrumpido en su primer cara a cara con el abuelo, y cuando oímos cerrar la puerta del lavabo, salimos precipitadamente hacia el comedor. Mi madre fue la primera en preguntar al sacerdote:

―Don Matías, ¿cómo le ha encontrado?

―Físicamente, muy deteriorado, hija; creo que, a partir de ahora, debo frecuentar las visitas. En cuanto a su preparación espiritual, está claro que «Zamora no se ganó en una hora». No vamos a pedir que un hombre alejado de Dios muestre repentinamente una conversión total, pero la enfermedad y el sufrimiento son en muchos casos el mejor caldo en que se maceran los espíritus y espero que, con la Gracia de Dios, poco a poco se acuerde del Creador.

―No creo que le lleve mucho tiempo llevarle a su terreno ―intervino mi padre―. El abuelo carece de carácter y es un hombre al que se convence fácilmente. En esta casa siempre se ha hecho lo que decía mi madre; fue ella la que, a fuerza de insistir, consiguió vencer la oposición paterna, y únicamente a ella debo que pudiera estudiar Leyes en Salamanca. Si mi padre hubiera demostrado carácter, a estas horas no tendría el prestigio de mi notaría y sería únicamente el más ilustre destripaterrones de este pueblo.

 ―Por favor, Álvaro, no hables así de tu padre ―dijo mi madre, dulcemente―. Cada uno tenemos el carácter que Dios nos da y, aunque reconozco que Tino no es resuelto en sus decisiones, sin embargo nadie puede negar que es comprensivo con todo el mundo y caritativo con los pobres, y eso hará que en poco tiempo vuelva su corazón hacia el Señor.

 ―Así lo espero ―reafirmó don Matías―, pero aun en asuntos tan delicados como éste, también se cumple el refrán: «A Dios rogando y con el mazo dando», por eso, la próxima vez que le visite, vendré acompañado de don Lucio, hombre cristiano donde los hay, que me ayudará en mi tarea haciendo tertulia con don Constantino. El hecho de que don Lucio sea seglar hará que el abuelo no recele, como le ocurre conmigo, y acabe él mismo pidiendo los sacramentos.

                                               ..................................

Fotografía de Santos Pintor Galán.

domingo, 29 de noviembre de 2020

 

LA REFORMA

Crónicas de mi Periódico                    29 de noviembre de 2020


"LA MANO DE DIOS" 



 

 


Así era como llamaban al gol más famoso conseguido por Diego Armando Maradona, futbolista que nos dejó el pasado día veinticinco a los sesenta años de edad y cuya muerte ha convulsionado a los aficionados del mundo entero, especialmente a los argentinos.

Maradona era un prodigio como futbolista, y asombró en su momento, a los incondicionales del fútbol por sus excepcionales dotes para el manejo de la pelota (como a él le gustaba decir). Si después del óbito de una persona llega el momento de las alabanzas, omito decir, por numerosas, las que ha recibido este icono sagrado del balompié. Sn embargo, pocas he leído o escuchado sobre su desordenada vida y sus adicciones, tan poco ejemplarizantes para las nuevas generaciones y simpatizantes. Hay opiniones que se ocultan por no ser políticamente correctas.

Aupado por los ángeles del dibujo, me imagino su encuentro con Dios Padre Misericordioso: "Vos sos un boludo, Dieguito. Me regresaste la mano, pero te di otra, dos piernas maravillosas y un cuerpo pensado para durar más tiempo. ¿Qué hiciste, pive? Diego se habrá sentido atrapado por la dulce voz de su interlocutor, como todos los enterrados en Nápoles que fallecieron antes de verle jugar y que según se puede leer a la entrada del cementerio. "No saben lo que se perdieron", o como haremos todos cuando llegue nuestro momento, deslumbrados por un Amor, que como Padre, se olvidará de nuestras flaquezas, nos estrechará contra su pecho y nos conducirá al maravilloso lugar que nos tiene reservado.

Dejando aparte las creencias que cada uno tenga, lo cierto es que nuestra sociedad es proclive a ensalzar y adorar dioses de barro. Hay una total inversión de valores que enaltece al que se ha enriquecido dando patadas a un balón, cantando baladas, enseñando su anatomía o haciendo mil corruptelas que proporcionen rápidamente y sin esfuerzo, dinero. Los jóvenes sacrificados y estudiosos tienen un porvenir oscuro si no emigran a otras latitudes en donde son reconocidos y convenientemente recompensados. Luego pasa lo que estamos viendo. Cuando ocurre una pandemia, estamos faltos de personal cualificado y nos sobran jóvenes sin preparación alguna que eligieron el camino fácil de ganar un sueldo haciendo cualquier trabajo y que, en tiempos de crisis, engrosan el paro.

No parece que la ley Celaá vaya a solucionar esta carencia,  cuando se suprimen  asignaturas tan básicas como la Filosofía o la Música y se permite pasar de curso con un carro de suspensos. Que se elimine el español como Lengua vehicular, es un atropello de tal magnitud que merecería un comentario aparte, como merecería una reflexión profunda el que se pida una igualdad fiscal para España, respetando (para no perder los votos del PNV), el concierto para Euskadi. Yo, que soy un firme defensor de la igualdad, exijo una Policía Autonómica para las Comunidades que no la tengan y para cada una de ellas, una inversión equivalente a la que recibirá Cataluña.

Sospecho que no harán caso a mi petición pretextando que mi comentario no venía a cuento, pues estaba hablando de Maradona. Allí regreso, y puesto que Dios ha recuperado la mano prestada a Diego, le pido que nos la eche a los que no conseguimos entender los tejemanejes de los coaligados.

Ilustración de Daniel Pellegata.

 

 

 

 

 

miércoles, 25 de noviembre de 2020

 

LA CITA

 

Una llamada, después, una hora fijada

y el encuentro.

 

En mi mente conservaba tu mirada

sueño hecho realidad y fantasía.

 

Dudé de tu memoria y de mi suerte,

cinco minutos después de que el reloj

rebasara el momento soñado.

Sudoroso, sentí un miedo atroz

por si el olvido... ¡Pero no!

Apareciste tal como te imaginaba,

vestida de azul como muñeca,

reluciente el aderezo en el cuello,

el pendiente, diminuto y brillante

 en el lóbulo de la oreja,

adorno floral en el pelo que olía a primavera.

 

Rocé con los labios

tus mejillas, pretendiendo no desmontar

el altar de mi devoción.

 

Surgieron imperfectas

las palabras de un temario

varias veces ensayado y creí notar

en sus ademanes,

que le agradaba mi bisoñez

y mi atropello.

 

Tarde de luz iluminada

¡Bello cielo!

 

Subía con fuerza

la sangre por mis venas,

golpeando las sienes

cada vez que me nombraba.

 

Se iban construyendo ilusiones

al mismo ritmo que la conversación

me envolvía con el trino de su voz.

 

¡Tarde feliz! ¡Primer encuentro!

 

Por una imaginaria escalera,

¡pude tocar el Cielo!

  

Fotografía de Pedro de la Fuente

sábado, 21 de noviembre de 2020

 

SOSPECHAS INFUNDADAS



(Obra teatral en 3 Actos)

 

ACTO PRIMERO

(En la calle donde viven, se encuentran dos vecinas)

 

Susi—¿Qué tal, Carmela? Hace tiempo que no coincidimos por la escalera.

Carmela—Es verdad, chica. Con esto del confinamiento, apenas salgo de casa y sin querer, se van perdiendo las buenas costumbres como la de echar una parladica de vez en cuando.

Susi—Eso es cierto, y el caso es, que desde hace unos días, estaba deseando hablar contigo.

Carmela—¿Sí? Pues no sabes la alegría que me das. ¿Querías contarme algo en particular?

Susi—Pues sí, Carmela. A ti siempre te he considerado una amiga de confianza, muy discreta y con más experiencia de la vida que yo.

Carmela—Gracias, Susi. Ya sabes que en lo que pueda ayudarte... Pero cuenta, cuenta, ¿qué te sucede'

Susi—Se trata de mi marido.

Carmela—¡Los hombres! ¡Siempre los hombres! ¡Cuántos disgustos nos dan!

Susi—Pues sí. Carmela. Últimamente, estoy muy disgustada con Andrés. Se comporta conmigo de una manera muy extraña.

Carmela—¿Extraña, dices? Dime qué has notado y veré cómo te puedo aconsejar.

Susi—Se ha vuelto muy reservado, apenas me comenta cosas y cada vez llega más tarde del trabajo. A los niños no les hace ni caso y en la cama...¡ nada de nada! Tú ya me entiendes.

Carmela—¡Claro que te entiendo! Cómo no te voy a entender si a mi marido le pasaba lo mismo. Hasta que hace poco tiempo descubrí que se guaseapeaba con la secretaria.

Susi—¿Qué hiciste?

Carmela—Me puse hecha una fiera y le dije claramente que no era plato de segunda mesa. Que si quería más a la secretaria que a mí, que cogiera los bártulos y que se marchara de casa.

Susi—¿Te dio resultado?

Carmela—Ya lo creo. Ahora está como un guante y mucho más cariñoso que antes.

Susi— Pues haré yo lo mismo a ver qué pasa.

Carmela—No lo dejes para mañana. Cuanto más tiempo pase, más creciditos se sienten. Ya me contarás cómo ha ido la cosa. ¡Los hombres son unos sinvergüenzas!

Susi—Gracias, Carmela. Así lo haré.

 

ACTO SEGUNDO

(Tres días después, Susi va al piso de Carmela)

Carmela—Ya te estaba echando en falta. Estoy ansiosa por saber lo que pasó.

Susi—Cada vez estoy más convencida de que me engaña. Ayer descubrí varios pelos rubios en su chaqueta.

Carmela—Lo siento por ti, hija, pero eso es blanco y en botella. Le dirías algo, ¿no?

Susi—¡Naturalmente! Estaba más encendida que un basilisco y en cuanto llegó de trabajar, le exigí su teléfono para poder fisgarlo.

Carmela—¿Cuál fue su reacción?

Susi— Me dijo que ni hablar, que pertenecía a su intimidad.

Carmela—Malo, malo. No me gusta nada. Eso es que oculta algo. ¿Qué pasó después?

Susi—Me eché a llorar y le dije que tenía sospechas de que me estaba engañando con otra.

Carmela—¿Y él que te decía?

Susi—Juraba y perjuraba que no había otra mujer en su vida y que me estaba figurando cosas que no existían.

Carmela—Eso es lo típico que dicen los hombres cuando se ven acorralados. ¡Qué caradura!

Susi—Y tanto, Carmela. Le he dado tres días para que me dé una explicación y si no le he amenazado con el divorcio.

Carmela—¡Bien hecho! Hay que poner las cosas en claro y que estos hombres no se crean que todo el monte es orégano.

Susi—Ya te contaré por donde me sale.

Carmela—Que tengas suerte, Susi.

Susi—Gracias.

 

ACTO TERCERO

(Conversación de Susi y Andrés en la cama)

 

Andrés—He esperado a que los niños estuvieran acostados para tener contigo una conversación que a lo mejor no te va a gustar.

Susi (comenzando a llorar)—Supongo lo que me vas a decir. ¿Hay otra mujer en tu vida?

Andrés—No una, sino dos.

Susi (llorando)—¡Sinvergüenza! ¡Degenerado! Y yo sin enterarme de nada.

Andrés—No he querido decirte nada para no disgustarte, pero no es lo que tú piensas.

Susi(en un mar de lágrimas)—Siempre la mujer es la última en enterarse.

Andrés—Tranquilízate y déjame que te explique. Las dos mujeres de las que te hablo son la jefa y mi encargada.

Susi(con lloro entrecortado)—¡Qué majo! Así no tenías que desplazarte.

Andrés—Por favor, déjame que te explique. Un día me llamaron al despacho de Dirección y allí estaban las dos con gesto muy serio. Me dijeron que con la pandemia las ventas en la fábrica habían disminuido un montón y que estaban a punto de cerrar, salvo que nos reinventáramos y nos pusiéramos a fabricar muñecas para la Campaña de Navidad.

Susi(más sosegada)—¿Y qué dijiste?

Andrés—No me quedó otra que aceptar y echar más horas para hacerme con la nueva técnica. Además, me dieron un trabajo difícil. Soy el que pone pelo a las muñecas.

Susi—¿Son rubias?

Andrés—Claro, mi amor. ¿Cómo lo has adivinado?

Susi(cariñosa)—Nada, cielo. Intuición femenina. Pero otra vez me cuentas tus problemas y no me haces pasar tan malos días. Estaba muy celosa.

Andrés—Lo siento, cariño. Lo hice para que no sufrieras.

Susi (abrazando a su marido)—¿Sabes qué? Que no me importa que nos confinen en casa.

Andrés—A mí tampoco, Susi. Espero que otros catorce días, nos vendrían muy bien...

 

(Las luces de la habitación se apagan, mientras el telón cae lentamente)

 

FIN


 

domingo, 15 de noviembre de 2020

 


PASAJES DE "CÉCILE. AMORÍOS Y MELANCOLÍAS DE UN JOVEN POETA" (72)

CAPÍTULO X

La Ambición


....................................................

El discurso debió de dejar agotado a don Julián, que volviendo a su postura inicial, llenó repetidamente sus pulmones con el veneno del humo de su habano, que para él suponía aspirar vida, y me invitó cortésmente a que le dejara en la soledad de su estancia. Lo que me acababa de comunicar debía pertenecer a su “yo” más íntimo. Era prueba evidente del aprecio que sentía por mí, y por su respiración agitada noté que para él no había resultado fácil comunicármelo.

―Por hoy ya es suficiente. En otra ocasión continuaremos hablando del tema. Asimila lo que te he dicho y comienza desde hoy mismo tu nueva andadura poética. ¡Suerte! ―me dijo, dándome una cariñosa palmadita en la espalda.

Ya en la calle, aspiré con fruición el aire primaveral y me senté en un banco frente al edificio de Correos. Allí me pregunté la extraña coincidencia existente entre madame Stéphanie y don Julián. Además de haberme citado expresamente a santo Tomás, en su conocido “de lo sencillo a lo complicado”, ambos me presentaban modelos a seguir, tanto en el mundo de la literatura como en el de la música, que eran “el ayer”, y otros más cercanos, que eran “el hoy”, y me citaban, como medio para poder superarme en la tarea diaria, la palabra “evolución”. Este vocablo, que hasta la fecha sólo conocía de mis clases de Biología, atribuido a Darwin en su teoría sobre las variaciones anatómicas de las especies, venía a ser ahora la clave para que mi mente fuera pasando desde estadios primitivos a otros más complejos. Y comprendí en aquel instante por qué mis gustos habían cambiado desde los anteriores de niño a los actuales de adolescente, y también explicaba que mis primeros poemas me parecieran ahora un tanto pueriles. La evolución era la clave por la que un día me fijé en Cécile, y la razón por la que cada instante que pasaba me sentía más atraído por ella, y seguramente también, la evolución jugaría un papel importante en el futuro desarrollo de mi devenir como poeta.

Una duda, sin embargo, estremeció mi cuerpo cuando reanudé mi marcha, camino de casa. ¿Sabría mi mente evolucionar para admitir que, con el tiempo, Cécile no fuera tan sugerentemente atractiva? ¿Llegaría a amarla con tanta intensidad cuando su cuerpo fuera semejante al de las ancianas del asilo? Estas dudas existenciales no me dejaron conciliar el sueño aquella noche y me hice el propósito de preguntárselo a don Julián en cuanto tuviera ocasión. La evolución de la mente me parecía totalmente necesaria, pero la evolución del cuerpo, hasta alcanzar la decrepitud y la muerte, se me antojaba un castigo demasiado cruel, imaginando el ocaso de la belleza de mi amada.

Fotografía de Óscar Ibañez Fernández.

                                           

jueves, 12 de noviembre de 2020

 

PASIÓN DE OTOÑO

 

 

 

 

 

Descansan en el escritorio

un revoltijo de pentagramas, aún en blanco.

En una de ellos, he dibujado unos pocos acordes inconexos,

en un vano intento de componer una sinfonía que describa

la sonrisa con que muestras al mundo,

la belleza de tu alma encerrada

en un cuerpo, grácilmente juvenil.

 

Las guirnaldas de flores con las que ciñes tu frente

me persiguen en sueños que no cesan.

¡Cómo plasmar el derroche de belleza

que desprenden en cascada,

los rizos por los que suspiro!

¡Y cómo transponer en música

la mirada del primer encuentro!

 

La caricia de tu voz me balancea arrullándome

en cada inflexión, en cada sonido emitido

por tu garganta prodigiosa.

En pleno otoño, resurge la primavera del alma.

Vuelvo a intentar escribir algunos compases ¡en vano!

No hay musicalidad que exprese el sentimiento.

La felicidad es una música celestial

compuesta por ángeles que, únicamente,

escucha el pecho enamorado.

 

Yo la siento cada vez que te tengo a mi lado

y se escinde, delicadamente, cuando te alejas.

Eres el éxito clamoroso de una obra musical apenas iniciada,

mi mejor composición de notas no escritas

volando por el aire sin atreverse a posarse en el papel pautado,

por no mancillar la sinfonía de tu virginal mirada.

 

Fotografía de David Dunistkiy