domingo, 28 de enero de 2018



 EL TRIUNFO DE LA POESÍA

El pasado día 26, cuantos venciendo las inclemencias del tiempo se acercaron a la Sala de Actos del BBVA, pudieron deleitarse con un acontecimiento poético que, por su gran calidad, resultará difícil de olvidar.

Dentro de la Programación de los "Los Viernes del Sarmiento", la poeta Alicia López Martínez  deleitó al público asistente con un recital extraído de su extensa producción lírica en donde los poemas clásicos de acertada rima, se alternaron con otros de singular belleza. La originalidad de los textos, la acertada interpretación de los mismos junto con una bien estudiada alternancia de temas, hizo que el auditorio se rindiera ante la vehemencia en la declamación de un poemario, plásticamente bien apoyado por imágenes y sonido.

Como colofón de su recital, Alicia nos explicó un sugerente poema visual que provocó los encendidos y merecidos aplausos del público, que de esta manera premiaba, su magnífica actuación.

Mi papel de presentador no hizo sino adelantar la elegancia y la exquisitez de los versos que escucharíamos a continuación. Cuando aún no se han apagado los sones victoriosos del triunfo de la poesía, la gratitud hacia Alicia por elegirme para este noble cometido, permanecerá siempre en lo más profundo de mi ser.


Con este bello reportaje gráfico, quiero compartir con vosotros algunos instantes de tan memorable evento.

jueves, 25 de enero de 2018

ALICIA  LÓPEZ  MARTÍNEZ

Mañana viernes, a las ocho de la tarde, la Sala Cultural del BBVA en Valladolid (calle Miguel Iscar, 12), se llenará de poesía con los versos de Alicia López Martínez. La escritora, oriunda de Gijón, es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de León y ejerce su labor docente en esa misma ciudad, en la que reside.

Tiene en su haber varios poemarios inéditos y algunos de sus textos han sido publicados en diversas antologías como son Proyecto Pretérito imperfecto donde ha realizado la función de correctora estilística y Ágora de la poesía 2. Es habitual colaboradora en Ágora de la poesía y poeta invitada en la Facendera Artística Leonesa, L’Ekole Poetique, II Encuentro de Poetas Asturleoneses, Recital Poético Internacional “Salomas a la mar” (Asturias), Recital Poético Musical ·”Homenaje a la poeta Sara Pérez Pavés” (Asturias), III Encuentro de Poesía Asturias-León en Langreo (Asturias), XI Encuentro poético Les Cuerriés de Espinaréu, Piloña (Asturias) y Encuentro de Poesía  “Destino Ateneo: León en Verso”.

La poesía de Alicia es más que una concatenación de palabras delicadamente bellas a modo de cascada de sonoridades y mucho más que una mera exposición de sentimientos que resultan agradables de escuchar en un ambiente propicio a recibirlos; cada uno de sus versos es una exposición pública de un "yo" poético que nos descubre un ansia constante de ir más allá de lo cotidiano. Diríase que los versos son transcendentes en sí mismos, que afloran desde la profundidad de su universo interior, siempre en ebullición, siempre cambiante. Juega y dialoga con las palabras que darán forma a sus versos y antes de plasmarlas en papel, pululan en su mente esperando el momento oportuno en el que han de ver la luz.

Poeta sensible, profunda e impactante, escucharla supone una oportunidad para quien quiera deleitarse con la belleza de sus versos.

A modo de anticipo, reproduzco una de sus poemas:


Regálame la lumbre de un brasero,
agótate en mis besos de ambrosía,
zambúllete en un río de agua fría,
y alcanza, entre la espuma, aquel velero.

Ofrece a esta entelequia amor sincero,
pues flores de unos labios serán vía,
de imagen visionaria de poesía
y agónicos destellos de un lucero.

Los versos de pasión y amor secreto
descansan hoy osados en mi lecho
rompiendo con sus dientes satén duro.

Se escuchan los latidos en mi pecho
y al rozar con tus versos lado impuro,
compongo en esta alcoba tu soneto.

 Agradezco la gentileza que ha tenido conmigo Alicia López Martínez al concederme el honor de que sea yo quien la presente.



domingo, 21 de enero de 2018




SABOR Y SABER. Conversaciones sobre el mantel.

El próximo jueves, día 1 de febrero, a las 19,30 h. tendrá lugar en el Ateneo de Cáceres la presentación de esta novela escrita por tres autores de reconocido prestigio: Juan B. Verde Asorey, Valentín Dominguez Cerrillo y Víctor M.Casco Ruiz, que cuenta con las ilustraciones a color de mi hermano, Manuel Malillos Rodríguez.

Según figura en la contraportada, "Los autores de este libro quieren demostrar que todavía es posible un banquete al modo del Deipnosofistas del autor latino Ateneo de Náucratis (siglo III), porque no solo se atreven a disponer sobre la mesa sabrosos platos, sino que revelan sorprendentes historias sobre los alimentos y animan la conversación con jugosos debates sobre la risa, la felicidad, el hombre, la democracia o el amor. No es un libro de recetas. No es un libro de Historia de la Gastronomía. No es un libro de Filosofía. Es un libro donde TODO ELLO se junta, pero sin perder sus esencias".

Según se desprende de este escrito, su lectura parece muy instructiva e interesante y, por la parte que me afecta, con excelentes dibujos a la acuarela de mi hermano, Manuel, que alcanza con este título su quinta publicación, tras el éxito alcanzado ilustrando mi propio libro de "Fábulas carolingias".
Como aperitivo de las diversas ilustraciones que jalonan el libro, os muestro aquí algunas de ellas.

 


El libro perfectamente editado y maquetado por Cristina Medrano Moreno, es de la Editorial Cuatrohojas (www.editorialcuatrohojas,com). 212 págs.


jueves, 18 de enero de 2018

PASAJES DE "CÉCILE. AMORÍOS Y MELANCOLÍAS DE UN JOVEN POETA" (42)
CAPÍTULO VI
La ilusión

El año se inició con los mejores presagios. Conservaba en la boca el dulzor de turrones y mazapanes de fechas recientes, y también, en los labios, otra sensación más dulce y placentera que la anterior: el suave contacto con las mejillas de Cécile. Me encontraba en un estado de ardiente duda, porque si por un lado deseaba verla cuanto antes, por otro, temía que en nuestro siguiente encuentro no se alcanzaran las cotas de embelesamiento sentidas en la última ocasión. Por eso, entretenía la espera imaginándola a cada instante, aguardando con ansiedad el momento de contemplar de nuevo la candidez de su mirada. A Daniel tan sólo le llamé para felicitarle el año, sin quedar para salir, porque no quería forzar la situación ni que se me viera el plumero. Mi poca experiencia me decía que un interés manifiesto por una chica, podría ser contraproducente. Pletórico como estaba, no me costó trabajo plasmar en unos versos la ilusión puesta en ese encanto de criatura en la que pensaba continuamente y que para mí era una reina, por eso me pareció que la composición más apropiada para referirme a ella tenía que ser una octava real. Decía así:

A CÉCILE
A tu lado detecto la fragancia,
la ilusión pura que el afán destila,
flor rutilante de olorosa Francia,
azul de cielo claro en tu pupila.
Por lejos que te encuentres, no hay distancia,
sólo con recordarte, se encandila
la musa que sin ti desaparece,
y contigo, Cécile, resurge y crece.

No habían transcurrido ni unas horas desde que concluí la octava, cuando recibimos una llamada telefónica de Nacho, comunicándonos que llegaría a nuestra ciudad el día cinco de enero, aproximadamente al mediodía. Margarita, que en ese momento se encontraba de compras, al llegar a casa y conocer la noticia, deshaciéndose de los paquetes, brincó y gritó rebosante de alegría. Para entonces, mi madre había comenzado a perfilar los últimos retoques para que todo reluciera como el jaspe; tarea que se continuó en los días siguientes en los que las tatas trabajaron febrilmente para que en suelos, alfombras, cortinas y muebles no quedara mácula de suciedad ni de polvo.
                                                                                                        ........................................................

domingo, 14 de enero de 2018

PASAJES DE "LAS LAMENTACIONES DE MI PRIMO JEREMÍAS" (42)
CAPÍTULO II
La bienvenida
......................................................
Mariano se calló y por unos momentos sólo percibimos los chirridos del carromato y el jadeo de las bestias. Jeremías captó la tensión del momento y enmudeció, hasta que al embocar la Plaza Mayor, sirviéndonos de guía, nos señaló con el dedo:
―Esa es la casa del señor cura.
 Luego, dirigiéndose a mí, agitó la mano arriba y abajo, indicando gran cantidad, y añadió:
―¡Ya verás cuántas cosas aprenderemos aquí este verano!
La casa del señor cura, de planta baja como casi todas las del pueblo, deslumbraba con una blancura cegadora como consecuencia de las continuas manos de cal que recibía a lo largo del año. En el pueblo se sabía, por boca del propio Esteban, el albañil, que ésa era la penitencia que don Matías le imponía después de cada confesión «para que en lo sucesivo procures tener tu alma tan limpia como mi fachada».
Don Matías, regordete, campechano, hablador empedernido y muy comprometido con su ministerio sacerdotal, solía acudir cada tarde al bar que lindaba con su casa para tomarse un «carajillo» y echar un tute con las fuerzas vivas del pueblo, aunque su fin era siempre la captación de feligreses. Miraba por encima de las lentes la entrada y salida de los clientes, aprovechando cada ocasión que se le presentaba para granjearse la amistad de los descarriados.
―¡Veinte en copas! ¿Has visto como canto, Manolo?
―Ya veo, don Matías; está usted, muy cantarín.
―Pues si fueras a la iglesia, me oirías cantar… ¡hasta en latín!
Manolo, republicano en excedencia forzosa, que nunca quemó iglesias por huir de ellas, sonreía, y sabiéndose escuchado, le contestaba:
―¡Cómo es usted, padre! Con lo que le gustan los rezos, ¡hace tiempo que tenía que ser Papa!
―Tienes razón en lo de rezar. Rezo mucho, sobre todo por ti, Manolo, y por mi úlcera de estómago.
―No sabía lo de su úlcera ―contestaba Manolo, sorprendido.
―Todavía no la tengo hecha, pero me duele mucho el estómago cuando, desde mi ventana, te veo los domingos jugando a la pelota en el trinquete a las doce menos cuarto. Y tú sabes muy bien que la Santa Misa es a las doce.
―No se preocupe, don Matías. Voy a ver si le curo la úlcera. El domingo me dejaré caer por la iglesia.
―Cáete, pero no te hagas daño ―reía don Matías. Y de nuevo, ya serio, continuaba su partida, colocándose las gafas, arqueando las cejas, recogiendo de la mesa el rey y el caballo de copas y, tras un suspiro, haciendo partícipes a sus compañeros de tute de su íntima preocupación, concretada en un texto evangélico: «Tengo ovejas que no son de mi rebaño, dice el Señor»
A continuación del bar, después de un corralón que continuaba con la casa de Rosario, la Peineta, el carromato se detuvo en la Plaza Mayor, frente por frente del Ayuntamiento, justo ante el portalón de la casa de mi abuelo.






jueves, 11 de enero de 2018

CONVERSACIONES CON ÓSCAR (VI)


.Hay fijaciones que son difíciles de eliminar. A mí me atrae la filmografía de Woody Allen un actor, guionista y director de categoría indudable pero que, en cuestión de gustos, resulta muy controvertido.

Su último film de 2017 se titula Wonder Wheel, película que tiene su atractivo, pero que no figurará como uno de sus más valorados trabajos. Sobre cuatro actores principales: Kate Winslet, Justin Timberlake, Juno Temple y Jim Belushi, Woody, escribe una historia en donde la miseria y la mezquindad del ser humano se manifiesta con crudeza. En este mundo sórdido, no es de extrañar que los gags con los que suele aderezar sus relatos, queden en esta ocasión, reducidos a la mínima expresión y una atmósfera de asfixia y frustración nos acompañe durante la proyección.

Mickey Rubin (Timberlake), un estudiante que trabaja temporalmente en el parque de atracciones y que sueña con ser dramaturgo, cuenta a cámara la turbulenta historia de Humpty (Jim Belushi) operador del parque, hombre rudo y dado a la bebida, con su esposa Ginny  ( Kate Winslet), una ex actriz que trabaja como camarera y que posee un carácter un tanto peculiar. La relación entre ellos, ya de por sí complicada, se vuelve más tensa cuando aparece Carolina (Juno Temple), hija de Mickey, que viene huyendo de unos mafiosos y que intenta reconciliarse con su padre del que se encuentra hace tiempo distanciada.

Ginny, que está casada con un hombre al que no quiere, tiene una aventura con Mickey, sin que ello suponga que ambos tengan la oportunidad de realizar sus sueños. La película se hace a ratos pesada, con un tema ya visionado en otras oportunidades (Un tranvía llamado deseo). Sin embargo, es de justicia destacar la impresionante interpretación que del personaje de mujer frustrada realiza Kate Winslet. Sobresaliente, también, el adecuado vestuario y la excelente iluminación y ambientación de los años 50, en gran parte debida a la mano del Director de Fotografía, Vittorio Storaro. Ya sabemos que Woody Allen cuida al máximo la ambientación y ese aire nostálgico que sabe imprimir a todos sus films.


Película, al fin, cuyo visionado deja un poso de amargura, quizás porque buscamos en el cine que la noria de la fortuna (en este caso de Coney Island) gire llevando a sus personajes a otear panoramas más afortunados.