EL ENCUENTRO
Cuál suave bálsamo que alivia
el cuerpo seco,
Jesús encuentra en María, el
Cielo abierto.
Por un momento, el dolor pasa
deprisa,
una mirada de Amor es una
brisa
que da fuerzas a un cuerpo
medio muerto.
Arriba el sol, abajo dura
piedra,
cerca el monte del dolor
supremo
donde espera la soledad
agónica…
Y la mirada maternal impulsa
a dar un paso más para
cumplir
la voluntad divina.
¡Para todos habrá la
salvación eterna!
El cielo rasgado, oscurecido
ve brotar del Redentor sangre
y agua.
Todo está cumplido.
Cuando el Señor me llame,
estoy bien cierto.
María, Madre de Amor, saldrá
a mi encuentro.
Muy hermoso y sentido poema
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