ALBERTO HERNÁNDEZ
Hasta la fecha, no he tenido el placer de conocer
personalmente a este gran poeta y periodista venezolano y parece poco probable
que tal hecho pueda producirse. Un océano por medio me lo impide; sin embargo,
gracias las nuevas tecnologías y a un cúmulo de casualidades, o mejor dicho, de
causalidades, tengo la fortuna de seguir sus escritos desde no hace mucho
tiempo en facebook, en donde publica con regularidad "Crónicas del olvido",
unos magníficos epistolarios en donde desfilan personajes de todo tiempo y lugar;
espléndidos retratos de gente sencilla o de poetas renombrados a los que la
experta pluma del escritor alumbra, rescatándoles del olvido a los que les
conduciría el tiempo, que con su transcurso, todo lo empolva. Desde la más estricta
objetividad sus vidas y su obra poética
son analizadas con una prosa cuidada y cercana al lector; prosa que, las más de
las veces, es prosa poética y en la que la nostalgia de tiempos pasados o el
resquemor por la actual coyuntura por la que atraviesa su país, son una
constante subyacente.
Venezuela es para nuestro hombre su país de origen, y también Venezuela fue el destino soñado, "el dorado" al que emigró
una prima carnal mía cuando los pozos petrolíferos suponían un poderoso
atractivo para los españoles que por aquellas fechas se morían de hambre,
cuando no de vergüenza, tras una guerra cruel como todas, pero además
fratricida como ninguna, en la que mostramos al resto del mundo sin ningún
éxito, (como se vio meses más tarde), lo que es pasar calamidades.
Mi prima, casi centenaria, ha creado una familia en
Caracas, y el vínculo que me une con ella, reforzado en los últimos tiempos, ha
sido acicate más que suficiente para interesarme por el país que acoge parte de mi sangre. En
este aprendizaje he contado con la ayuda de parientes y amigos y la causalidad
se convirtió en casualidad cuando contacté con Alberto Hernández. No somos
parientes, aunque su primer apellido sea
el cuarto de mi padre, lo que indica claramente el mestizaje y el origen hispano
de muchos venezolanos. De la poesía de Alberto Hernández me encantan sus
aforismos (Crónicas de un desatino) y de sus escritos, la profundidad de un
pensamiento que se ensortija con un léxico del que he rescatado en propio
provecho varios vocablos que, aunque admitidos por la R.AE., no son de uso
frecuente en España. ¡Grandeza del idioma!
Os recomiendo, leáis con atención sus
"Crónicas" para adentraros en el acervo cultural de Venezuela y
también su excelente poesía, aguda, filosófica y, en cierta forma, profética.
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