PASAJES DE “CÉCILE. AMORÍOS Y MELANCOLÍAS…” (31)
CAPÍTULO V
La Acogida
………………………………….
A pesar de que la talla era la apropiada, las pocas carnes y la falta de costumbre de Petra a llevar uniforme, hacía que pareciera vestida para carnavales. A cada paso que daba, la cofia se ladeaba, pues no se sujetaba en su cabeza a la que el paso de los años había dejado escasa de pelo.

―Date cuenta, Petra, de que ahora
no estás en el pueblo, sino sirviendo en casa de un notario, y has de vestir
conforme a lo que exige nuestro rango. Con el tiempo, te irás sintiendo cómoda
con el nuevo atuendo, y luego no querrás llevar otro. Al lujo enseguida se
acostumbra hasta el más desarrapado ―sentenció mi padre, con la exquisita
delicadeza que le caracterizaba.
―¿Y si me mancan los zapatos?
―preguntó con todo fundamento Petra, que caminaba ya ligeramente escorada.
―¡Imposible! ―afirmó, mi padre―.
Me han costado doscientas pesetas. Por ese precio, el tafilete es de tan alta
calidad que se adapta a cualquier pie, aunque, como los tuyos, hayan estado
pisando boñigas toda la vida.
Mi madre hizo un gesto de
reprobación a las duras palabras de su marido y, más compresiva, trató de
calmar las inquietudes de Petra.
―Hazme caso y comienza por
ponértelos media hora el primer día y luego vas aumentando la postura
progresivamente. Ya verás como así no te rozarán. Lo importante es que cuando
venga Nacho, los lleves con soltura.
Nos llevas a sentir ese roce doloroso del zapato que aprieta y el yugo del uniforme que nos borra con el almidón la identidad. Un abrazo.
ResponderEliminarEres una lectora con una gran imaginación. Captas la lectura hasta ser capaz de introducirte en la piel de los protagonistas. Te felicito por tu maravillosa manera de ver el mundo fabulado como real. Un abrazo, María José.
ResponderEliminar