LA REFORMA
Crónicas de mi Periódico 2 de agosto de 2018
PESADILLA EN LA COCINA
Como un Quijote culinario que quisiera poner orden y
creatividad gastronómica en una variopinta relación de establecimientos
dispensadores de comida que pueblan lo largo y ancho de nuestra geografía
patria, Chicote, un excelente chef, bonachón y comprensivo con las flaquezas de
sus compañeros de profesión, se ha lanzado a una empresa tan laudable, como
dudosamente eficaz a largo plazo.
Luchar solo contra un mal hasta ahora poco
difundido, pero, por lo visto, tan extendido, es casi reinventar otra cultura,
otra forma de pensar, y esto es una tarea de gigantes. Poner ante los ojos de
los televidentes toda una serie de descuidos, por no decir de mala praxis
profesional en algo tan delicado como es el mundo de la hostelería, es una
tarea sumamente ingrata, pues pone al descubierto fallos imperdonables que no
todos sus compañeros de profesión están dispuestos a admitir. No me extraña
que, en algún que otro establecimiento, le hayan impedido filmar y, por tanto,
negado la posibilidad de arreglar, el nunca mejor dicho, desaguisado imperante.
Las imágenes nos muestran cómo, en las cocinas de
los restaurantes por él visitados, la limpieza no suele ser una práctica que se
siga con asiduidad; otras veces, las viandas carecen de la refrigeración
necesaria y las salsas o preparaciones que acompañan a las comandas, parecen
estar liberadas de fecha de caducidad. Por otra parte, el personal no da la
impresión de estar lo suficientemente preparado tanto en la elaboración de
comidas como en la atención al cliente. Puede que parte del problema proceda de
que, así como en otras actividades, el propietario se prepara y se lo piensa
antes de lanzarse a una aventura empresarial, en el campo de la hostelería
parece que toda persona es válida con tal de estar dispuesta a ponerle voluntad
y a echarle horas.
Por supuesto, que son más los establecimientos del
ramo que además de tener un personal cualificado, cumplen a rajatabla con las
medidas higiénicas establecidas dando además un trato exquisito a sus clientes,
pero a mí el programa me ha servido para ser más escrupuloso y elegir con más
cuidado el lugar en donde pienso realizar una consumición.
Les puedo asegurar que, en calidad de sabueso, he
podido comprobar cómo hasta en locales de cierto prestigio, se pueden ver las
tapas o pintxos en el mostrador sin ninguna protección que los libre de los
inevitables perdigones de saliva que cada uno de nosotros expulsamos al hablar.
Tampoco es infrecuente que la cocina esté situada al final de un pasillo en
donde se encuentran los servicios (generalmente con las puertas abiertas cuando
no están ocupados) y que más de una vez sea preferible beber directamente de la
botella, ante la sospechosa mancha del vaso que nos ofrecen.
Creo que las autoridades sanitarias tienen mucho que
decir en su labor inspectora. Con la salud no se juega. Si en este apartado las
normas se cumplieran, la labor de Chicote quedaría limitada a aconsejar cómo dar un aspecto más atractivo al local.
Él se sentiría aliviado de su agotadora tarea y los clientes consumiríamos sin
recelo.
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