PASAJES DE “LAS LAMENTACIONES DE MI PRIMO JEREMÍAS” (110)
CAPÍTULO
VII
Se
acerca la Fiesta
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María, la Perdiz, se alegró cuando llegamos a su
casa. No hizo falta pedirla permiso para subir al balcón, porque ella misma nos
esperaba.
―Subid al balcón y hacer compañía al Caparras. El
hombre se ha tenido que subir «escapao», porque con el gentío que hay, por poco
lo asfixian y, si se me muere el Caparras … ¡a ver luego cómo me entero de lo
que pasa en el pueblo! ―dijo la mujer sonriendo.
Las charangas no dejaron de sonar desde que se
apostaran bajo el balcón del Ayuntamiento, esperando la salida del alcalde.
Entre cántico y cántico, los resecos gaznates se refrescaban apurando los cubos
de limonada, no pudiendo evitar teñir de rojo las camisas. Rufino no daba
abasto en la apremiante misión de repostaje, sirviendo cerveza o rellenando con
limonada los exprimidos cubos, en tanto que ofrecía su corral para alivio de
vejigas necesitadas. Cuando los más impacientes empezaron a corear: «Alcalde:
échate la siesta, después de la fiesta», hizo su aparición en el balcón del
Ayuntamiento el regidor, acompañado de la Comisión de Fiestas.
―¡Ése es mi padre! ―gritó Jeremías, cuando vio al
Mecagüen junto al alcalde, acompañado, entre otros, de sus inseparables Veo Doble
y Entrepierna.
Fue precisamente el Mecagüen quien, con el rostro
totalmente congestionado, trastabillándose sin causa aparente, logró alcanzar
la barandilla para, desde allí, subiendo y bajando a un tiempo ambos brazos,
intentar acallar a la multitud sin conseguirlo, hasta que salió por donde
solía:
―¡«Mecagüen»… hasta la leche que os han «dao»!
¡Callaos! ¿O es que no va a poder hablar don Sebas?
Como la indicación no surtió efecto, el Mecagüen fue
más explicito en su segundo requerimiento:
―¡Su os queréis callar de una puta vez! ―gritó,
totalmente fuera de sí.
Con el personal más apaciguado, don Sebas, con la
dignidad propia del cargo, dio lectura a una cuartilla en la que llevaba
escrito: «Queridos convecinos: en el día de hoy, reunida en sesión extraordinaria
esta Corporación Municipal junto con la Comisión de Fiestas, hemos resuelto que
mañana, cuatro de agosto, festividad de santo Domingo de Guzmán, patrono de
este pueblo, se lidien para disfrute del personal, tres novillos-toros de don
Aquilino Martínez, de la dehesa del Cubeto…»
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