jueves, 12 de febrero de 2015

EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA

 Cuando comencé este blog en el mes de julio pasado, os comenté que deseaba hacerlo variado, con la inclusión de nuevas secciones si la audiencia lo requería. Hoy, al haber rebasado las 15.000 entradas, creo que la experiencia ha sido positiva y que he conseguido el seguimiento nacional y extranjero suficiente, para embarcarme en una nueva aventura cual es la crítica literaria. Comenzaré dando mi parecer sobre la novela de Gabriel García Márquez, "EL amor en los tiempos del cólera" que he releído recientemente.
 En mis años mozos tuve la fortuna de tener como profesor de Lengua y Literatura a un excelente escritor que aseguraba  que: "un hombre, una mujer y una historia de amor son más que suficientes para escribir una buena novela". García Márquez, con los únicos mimbres de tres personajes ( el resto, apenas se describen): el doctor Juvenal Urbino, Fermina Daza y Florentino Ariza, construye un triángulo amoroso en el que los dos primeros conforman un matrimonio convencional e interesado, y el tercero aspira a conseguir el amor de Fermina, con obsesión enfermiza, por espacio de más de cincuenta años. Este pobre argumento en manos de cualquier escritor, sólo hubiera dado de sí para hilvanar un aburrido y folletinesco relato. Sin embargo, la grandeza del autor consiste en recrear de forma prodigiosa la descripción de los personajes y el ambiente de la Cartagena de Indias de principios del siglo XX, de manera que, una vez imbuidos en la trama de la novela, somos capaces de percibir los olores de los almendros y de las ciénagas putrefactas, el ambiente portuario así como el sofocante calor en el que se desenvuelve buena parte de la acción, sobre todo en el pasaje de la incursión del barco por el rio. El lector se siente espectador privilegiado del relato, atraído por esa capacidad del escritor que se ha dado en llamar: "el realismo mágico" Todo ello conseguido a base de un léxico prodigioso que alcanza en algunos pasajes, la perfección y en el que Gabo destila su visión sobre la futilidad del quehacer humano, sobre el amor y la muerte.
No estoy de acuerdo con los que sostienen que la novela es una apasionada historia de amor. Para mí, el amor de Florentino hacia Fermina, es simplemente la obsesión por poseer el fruto prohibido. El romanticismo que podría tener su actitud de perseverante espera, se ve empañado por las múltiples relaciones sexuales con las que Florentino apacigua su concupiscencia, algunas veces de forma aberrante, por mucho que nos situemos en el ambiente de tráfico humano en que el protagonista se desenvuelve.
Si he de poner un pero a la narración, es el de su extensión: para mí, excesiva. Pero ya sabemos que las películas han de durar al menos noventa minutos y que las obras de autores consagrados han de superar las cuatrocientas páginas.

En definitiva, una obra para conservar en los anaqueles y releer pasado un tiempo. Magistral en su lenguaje y en la descripción de ambientes y  personajes y un tanto inverosímil en los hechos narrados.

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