CÉCILE SE VISTE DE LARGO
El domingo concluyó el mes de las flores, y el
lunes, día en que comenzaba el mes de la luz, Cécile, decidió ponerse de largo.
Le apetecía lucir sus galas en una ciudad bonita y por eso eligió Zamora. Paseó
un buen rato por la peatonal Santa Clara, recreando la vista con el bullir
de una ciudad que paseaba haciendo compras, sin prestar mucha atención a los
edificios que flanqueaban su caminar. Cécile, por el contrario, admiraba cada
piedra noble o cada edificio modernista que guardaba en el recuerdo y que
ahora, al contemplarlos de nuevo, le parecían aún más hermosos. Cuando alcanzó
el Parador, se sintió emocionada al ver impreso el azul de sus ojos, en los
carteles que colgaban desafiantes en las casetas de la XXX Feria del Libro.
Pasó entre ellas sin apenas detenerse por temor a ruborizarse y se dirigió al
noble edificio que alberga la Biblioteca Pública. Allí fue recibida como una
princesa por Dª Concha González Díaz de Garayo, su directora, y por D. Luis
González , alma máter de la Feria. Pasó de puntillas ante una exposición de la
Santa de Ávila y accedió a la Sala de Conferencias, dispuesta a despojarse de
parte de su vestimenta, para mostrarse lo más natural posible, tal como pensaba
que era. Declamó alguno de sus poemas, explicó su ascendencia y su raigambre
zamorana, relató parte de su vida y se ofreció generosa para satisfacer la
curiosidad de sus atentos oyentes. Al final, al recibir los aplausos corteses y
los regalos de algunos de los presentes, notó que la emoción la embargaba.
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