HABLEMOS (PARLEM)
(Obra
teatral en 3 Actos)
ACTO PRIMERO
(Salón de la casa de Dª Reme)
Mariam(Entre
sollozos)— Mamá, mamá. ¡Qué desagraciada soy!
Dª
Reme—Hija, no me asustes. ¿Qué te pasa ahora?
Mariam—Lo
de siempre, mamá: he tenido una discusión con el imbécil de Paco.
Dª
Reme— ¿Otra vez?, ¿pero no os habíais reconciliado el lunes?
Mariam—
Sí, pero a los dos días ya estábamos lo mismo. En cuanto se aproxima el fin de
semana, no deja de lastimar mis sentimientos y sufro mucho, mamá.
Dº
Reme— ¡Pobre hija mía! Cómo siento lo que te ocurre, aunque en honor a la
verdad he de decirte, que al matrimonio no fuiste engañada. Sabías de qué pie
cojeaba Paco.
Mariam—Lo
sabía mamá, pero pensaba que con la convivencia podía hacerle cambiar.
Dª
Reme—Ya te dijimos papá y yo que eso era muy difícil. Hay algunos hombres muy
cabezotas que no dan nunca su brazo a torcer. De todas formas, haz un último
intento, ¿por qué no pruebas a ceder tú un poco y evitas discusiones?
Mariam—
No puedo, mamá. No puedo. Sería tanto como renegar de mis íntimas convicciones.
Sería tanto como renunciar a lo que más he querido desde pequeña. Es muy
fuerte, mamá, muy fuerte. Como mujer, no debo ceder en aquello que considero
inviolable, en aquello que he defendido hasta ahora con uñas y dientes.
Dª
Reme— Te he parido, Mariam, y sé que desde pequeña te has mantenido firme en la
defensa de tus ideales, pero como no cedas, tenemos divorcio a la vista.
Mariam(llorando
a moco tendido)— Solo me pasan a mí estas cosas y ahora tengo que volver a casa
y convivir con ese estúpido.
Dª
Reme— Mira hija: las mujeres tenemos infinitas armas para hacer entrar en razón
a nuestros maridos. Úsalas tú también. Haz un esfuerzo. Proponle un plan para
ceder un poco cada uno. Hace unos años, con tu padre me pasaba lo mismo. Después,
ambos apartamos nuestras diferencias y ahora somos muy felices. Anda, regresa a
tu casa y luego me cuentas.
ACTO SEGUNDO
(Apartamento de Mariam y Paco)
Paco
(leyendo el periódico)— ¿Qué tenemos para comer hoy?
Mariam
(visiblemente enfadada)— A lo mejor nada. He estado hablando con mi madre y
dice que así no podemos seguir.
Paco—
Tu madre... tu madre ¿Que te va a decir tu madre si es de tu misma opinión?
Mariam—
Porque es una mujer sensata. Me ha aconsejado que intentemos, acercar posturas
o esto se va al garete.
Paco—
De acuerdo. ¿Qué me propones?
Mariam—
Que empecemos por darnos gusto en cosas sencillas, por ejemplo, en los postres.
Mira: mañana, a pesar de que me resulta empalagoso, tomaremos merengue y pasado
mañana tendremos de postre, helado de azul pitufo y frutos del bosque que sé
que a ti te repatea ¿Te hace la propuesta?
Paco—
De acuerdo, lo intentaremos. Que por mí
no quede.
ACTO TERCERO
(Madre e hija hablan por teléfono, una semana
después)
Mariam—Mamá,
mamá. Estoy como loca. He seguido tus consejos y todo va sobre ruedas.
Dª
Reme—¿Lo ves, hija?
Mariam—Empezamos
en darnos gusto en los postres, continuamos por comprar cada uno nuestro
periódico favorito y hemos acabado por ponernos de acuerdo en el color de las
cortinas. Ahora, en el salón, son blancas con un ribetito monísimo en morado y
en el dormitorio son rojas con volantes azules, que es un primor verlas al
despertarme.
Dª
Reme— Si lo tuyo era fácil, hija. Más trabajo me costó a mí, encontrar toallas
verdiblancas, para que el bético de tu padre estuviera a gusto.
Mariam—
Me ha costado, mamá. Ya sabes que desde pequeña, soy como tú, hincha del Barça...
Dª
Reme—También a él le habrá costado lo suyo. Desde niño es socio del Real
Madrid.
Mariam—
Gracias, mamá. Creo que hemos encontrado la clave para ser felices.
Dª
Reme— Me alegro. hija. Ahora solo tienes que tener cuidado cuando haya un derby,
y sobre todo en la champions.
Mariam—
Lo tendré, mamá, lo tendré. Gracias y un beso.
FIN
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