.Hay fijaciones que son difíciles de eliminar. A mí
me atrae la filmografía de Woody Allen un actor, guionista y director de
categoría indudable pero que, en cuestión de gustos, resulta muy controvertido.
Su último film de 2017 se titula Wonder Wheel,
película que tiene su atractivo, pero que no figurará como uno de sus más
valorados trabajos. Sobre cuatro actores principales: Kate Winslet, Justin
Timberlake, Juno Temple y Jim Belushi, Woody, escribe una historia en donde la
miseria y la mezquindad del ser humano se manifiesta con crudeza. En este
mundo sórdido, no es de extrañar que los gags con los que suele aderezar sus
relatos, queden en esta ocasión, reducidos a la mínima expresión y una
atmósfera de asfixia y frustración nos acompañe durante la proyección.
Mickey Rubin (Timberlake), un estudiante que trabaja
temporalmente en el parque de atracciones y que sueña con ser dramaturgo,
cuenta a cámara la turbulenta historia de Humpty (Jim Belushi) operador del parque, hombre
rudo y dado a la bebida, con su esposa Ginny ( Kate Winslet), una ex actriz que
trabaja como camarera y que posee un carácter un tanto peculiar. La relación
entre ellos, ya de por sí complicada, se vuelve más tensa cuando aparece
Carolina (Juno Temple), hija de Mickey, que viene huyendo de unos mafiosos y
que intenta reconciliarse con su padre del que se encuentra hace tiempo
distanciada.
Ginny, que está casada con un hombre al que no
quiere, tiene una aventura con Mickey, sin que ello suponga que ambos tengan la
oportunidad de realizar sus sueños. La película se hace a ratos pesada, con un
tema ya visionado en otras oportunidades (Un tranvía llamado deseo). Sin
embargo, es de justicia destacar la impresionante interpretación que del
personaje de mujer frustrada realiza Kate Winslet. Sobresaliente, también, el
adecuado vestuario y la excelente iluminación y ambientación de los años 50, en
gran parte debida a la mano del Director de Fotografía, Vittorio Storaro. Ya
sabemos que Woody Allen cuida al máximo la ambientación y ese aire nostálgico
que sabe imprimir a todos sus films.
Película, al fin, cuyo visionado deja un poso de
amargura, quizás porque buscamos en el cine que la noria de la fortuna (en
este caso de Coney Island) gire llevando a sus personajes a otear panoramas
más afortunados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario