Crónicas de mi Periódico 14 de junio de 2018
GRAFITEROS
Siento un profundo respeto que deviene en
admiración, en muchos casos, por las manifestaciones pictóricas de determinados
grafiteros que ilustran con bellos murales, espacios reservados para este fin-
Algunos de ellos, además de permitirse el lujo de tener un representante,
cobran elevadas sumas de dinero por sus trabajos. Seguramente que Basnky,
Ricardo Cavolo, Obey, Blu o el español Suso 33 (acabo de informarme de quienes
son los más famosos del mundo) tuvieron
unos orígenes clandestinos no exentos de pernoctaciones en comisarías y de
tener que asumir todo tipo de sanciones
por el deterioro urbanístico ocasionado. A pesar de ello, a los
mencionados hay que reconocerles una indudable vena artística y un deseo
incontenible de mostrar al mundo la belleza de sus creaciones pictóricas.
Por contra, detesto de manera rotunda a esos
pseudografiteros que se dedican a borrajear cualquier espacio como pueden ser
puertas de garajes, quioscos. tapias, etc., manchando estúpidamente lo que no
es de su propiedad, con el agravante de sentir predilección por los espacios
recién adecentados.
Hace unos dos años, mi ciudad se vio
"ilustrada" con una serie de dibujos que representaban al "ojo
del diablo" y a una colección de aviones de papel, cuidadosamente
numerados, que aparecían en los más insospechados y céntricos emplazamientos.
Parece ser que el presunto autor fue detenido y acusado de un delito de daños
por el que tendría que pagar más de 7.000 euros de multa y otra cantidad en
concepto de indemnización. Celebrado el juicio, el hombre, que debía ser la
leche a juzgar por sus iniciales (R.A.M.), resultó absuelto al no poderse
confirmar la autoría de los dibujos.
Independientemente de que R.A,M. resultara o no ser
el artista, me he preguntado muchas veces qué es lo que lleva a una persona a
reproducir repetidamente tan insulsos dibujos. ¿Quizás una mente diabólica? ¿Un
deseo insatisfecho de viajar? ¿El retorno a una infancia de sueños imposibles?
El número de "avioncitos" llegó a aproximarse a los doscientos, lo
que indica, bien a las claras, el deseo de volar de su autor. que por otra
parte, es muy recordado por todos los afectados a los que ha deteriorado su
propiedad.
Desde hace algún tiempo, ambos grafitis han dejado
de aparecer, lo que refuerza mi teoría de que se trataba de un sueño obsesivo y
que, como todos sabemos, menos del sueño eterno, de los demás acaba uno por
despertarse.
Fotografías del autor.
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