LA REFORMA
Crónicas de mi
Periódico 8 de julio de
2018
SANFERMINES
Cuando se cumplen dos días del tradicional chupinazo con el que se iniciaron
los sanfermines, las Fiestas seguramente más internacionales de España, un halo
de preocupación y muchas cuestiones pendientes envuelven tanto, al desarrollo
de la programación como a la actuación del personal participante en esta
macrofiesta.
Para empezar, varios colectivos feministas habían
propuesto que en el “chupinazo”, se luciera un pañuelo negro para mostrar su
descontento con el resultado del juicio (aún pendiente de los recursos) contra
los componentes de "la Manada". Las feministas navarras no han
aprobado tal sugerencia externa, alegando que ellas son las primeras en luchar
contra las agresiones machistas y que la Fiesta, ni tocarla. Primer
desencuentro.
A pesar de la homogeneidad en la vestimenta, no
todos tienen claro en qué consiste la libertad de expresión y cuando unos
cantaban: “que viva España”, un grupo de independentistas se han enfrentado a
los que osaban loar a su Patria. Segundo desencuentro.
Cada vez es mayor el número de personas que se suman a las protestas del colectivo Animalista, no solo por la celebración de corridas de toros, sino por el espectáculo que proporcionan los madrugadores encierros. Escudándose en la tradición, se sigue permitiendo que un gentío enorme corra delante de las afiladas defensas de los morlacos con indudable riesgo de perder la vida. ¿No caben más opciones? ¿La tradición es inamovible? — Se preguntan. Siendo una cuestión difícil de abordar por constituir la esencia de la Fiesta, no sería descabellado ir dando pasos hacia una progresiva humanización de este sinsentido, que por mucho que le gustara a Hemingway, es una loca carrera con un desenlace que tiene un gran parecido con el de la ruleta rusa de la muerte.
Por otra parte, el dios dinero hace que, en estos
días, se permita multiplicar por cinco la población de Pamplona, que no cuenta
con infraestructura capaz de poder prestar adecuado servicio a semejante
aluvión humano, de manera que los parques se convierten en improvisados
dormitorios y cualquier lugar, por noble que sea, se utiliza como mingitorio.
Con las calles abarrotadas y excesivo alcohol en vena, son frecuentes los
altercados, las exhibiciones indecorosas
o amorales, etc., etc., con protagonistas de ambos sexos, es decir, un
caldo apropiado para cometer cualquier tropelía.
¿Se piensan abordar estos espinosos problemas?
¿Alguna medida distinta de congregar a más y más policía? Me temo que no y, en
estas condiciones, no resulta aventurado suponer que hechos como los
protagonizados por los impresentables componentes de “la Manada” o muy
parecidos, puedan repetirse.
Ojalá sea yo el equivocado, pero tengo la impresión
de que sin modificar las reglas por las que se rige esta Fiesta, la sombra de
la tragedia planea sobre ella. ¡Ah! Y habrá que ir pensando en no utilizar a
San Fermín como fetiche protector; los Santos, creo yo, atienden otras
peticiones.
Fotografía de JOSE JORDAN (AFP)
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