PASAJES DE "LAS LAMENTACIONES DE MI PRIMO JEREMÍAS" (95)
CAPÍTULO VII
Se acerca
En la mañana del tres de
agosto, víspera de
El bullicio había despertado
antes de lo habitual al abuelo, que se levantó destemplado pero con buen ánimo,
y, arropado, seguía, a través de los cristales de su habitación, el desarrollo
de los acontecimientos. Petra nos había informado que desde este privilegiado ventanal podíamos contemplar el ir y venir de las gentes, que
conversaban en voz alta, esperando impacientes el coche de línea que habría de
traerles a familiares o amigos. Los niños correteaban entre
los puestos de chucherías que bordeaban
A excepción de mi padre, que rechazó la
invitación de Petra con un «eso es cosa de mujeres», el resto de la familia
abarrotamos el cuarto del abuelo para observar el espectáculo y escuchar los
comentarios que Petra nos hacía.
―Mire señorito ―decía Petra―;
la del pañuelo morado es
―Si dices que ésa es
―¿Otra vez le rondan los malos
pensamientos, señorito? ¡Mándelos a paseo! y disfrute con lo que tiene delante,
que
El abuelo, arqueó las cejas y
asintió con la cabeza mientras Petra continuaba sus
comentarios sin concederse un respiro.
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Hay que lindo, Carlos con los lios que llevaba la señora, con tanto hablar al pobre Jeremías no le dejaba participar.
ResponderEliminarPetra era dueña de la conversación y ponía al tanto al abuelo de todo lo que estas ocurriendo en el exterior. Los demás seguían los acontecimientos desde el balcón de la casa solariega. Gracias por tu comentario. Saludos.
EliminarEs un placer leer las lamentaciones"" Divertida la mente olvida situaciones enrevesadas. Gracias
ResponderEliminarSiento contestarte tan tarde. En mi defensa debo decir, que el blog no me avisa cuando se producen los comentarios y si como el tuyo se escribe unos días después de la publicación, no me entero. Disculpas y agradecimiento por tu hermosas palabras. Abrazos.
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