LA VIDA DE MAGÍN PUERRO
-IV-
Con
tan clara invitación
me
flaquearon las piernas
con
sensaciones internas
de
deseo contenido.
¿Podría
ser mantenido
con
dulces palabras tiernas?
Cavilando
por la noche
encontré
la solución:
yo
pasaría a la acción
rechazando
la propuesta.
Con
ella no haría fiesta
ni
desmadre ni función.
En
mi casa me enseñaron
a
ser un hombre cabal
en
el aspecto sexual
si
no había matrimonio,
pues
hasta el mismo demonio
es
en la cama cordial.
“No
quiero líos—le dije—
con
una mujer casada
aunque no esté enamorada
de su inocente marido,
por mucho que él, distraído,
no se coma una tostada.
Lo que quiero es que el jornal
sea el justo a mi trabajo
pues al parir el hatajo
hay de cabezas un mil,
he de agrandar el redil
y el cuerpo se viene abajo.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario