domingo, 20 de agosto de 2023

 

FÁBULA  DEL  OSO  PEREZOSO

 

 

En la falda de las escarpadas cumbres de la Cordillera Cantábrica, en un paraje idílico de vegetación exuberante a principios de verano, Quica y Coco, dos hermosos ejemplares de oso pardo, dieron rienda suelta a  su instinto procreador engendrando, entre gruñidos de placer, lo que siete meses más tarde serían dos pequeños y encantadores oseznos.

Corría el mes de enero y con las cumbres nevadas, Quica se afanaba para que ninguno de los dos oseznos tuviera carencias de ningún tipo. Ella misma procuró que la osera estuviera alojada en las profundidades de una cueva y de que su leche proporcionara el alimento que sus crías a diario necesitaban.

Cuando el verano llegó, comenzó el periodo de aprendizaje. Al principio eran pequeños paseos por zonas no muy abruptas en el que los pequeños, Lula y Tin, se esforzaban por superar las dificultades del terreno. Durante este tiempo, mamá Quica se percató, de que mientras Lula ponía todo su empeño en aprender, Tin, por el contrario, se mostraba perezoso y se dormía en cuanto encontraba un badén en que acoplarse. De nada valieron las constantes llamadas de atención de su madre para que no se despistara. En ocasiones, su pereza era tanta que prescindía de la toma de alimento con tal de seguir durmiendo.

Después de año y medio, las crías tenía un tamaño considerable y estaban próximas  a emanciparse, por eso, Quica sometía a sus vástagos a ejercicios cada vez más complicados en los que ella se alejaba a propósito para que Lula y Tin fueran capaces de seguir su rastro. Así como Lula siempre le seguía a distancia, más de una vez tuvo que volver sobre sus pasos para dar con Tin, que plácidamente descansaba durmiendo.

Harta de esta actitud, Quica decidió un buen día no ir en busca de su hijo, aunque permaneció atenta esperando su regreso. Cuando cayó la noche, una manada de lobos rodearon al osezno con aviesas intenciones, Fue entonces cuando Tin, dándose cuenta del peligro lanzó gruñidos desesperados pidiendo ayuda. Afortunadamente para él, Quica llego a tiempo de salvar su vida. Desde entonces Tin modificó su conducta.

MORALEJA: La pereza solo acarrea malas experiencias.

2 comentarios:

  1. Es una preciosidad de tema, más si conoces el lugar, pero que bien escribes.

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    1. Muchas gracias, amable seguidor/a. Me encanta que la fábula te haya gustado. Recibe un cordial saludo.

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