domingo, 23 de febrero de 2025

 

EL BOLÍGRAFO

 

 

A escasos cien metros de la oficina del Periódico local, Mercedes se detuvo y pensó en darse la vuelta y desistir en su intento de poner un anuncio. Lo que se proponía era una idea descabellada,  a todas luces sin fundamento y, presumiblemente, estéril. Durante varios días y otras tantas noches, había estado madurando en su inquieta cabeza, este intento desesperado por intentar contactar con el educado y atractivo ejecutivo que ocupó un asiento junto al suyo, en el AVE en el que regresaba a casa, después de haber disfrutado de una excelente jornada de shopping, en la capital de España.

El joven, se había interesado por ella, apenas el tren comenzó a rodar. En menos de una hora, tuvieron tiempo de contarse parcialmente sus vidas, más como un medio de pasar el tiempo que de entablar una relación consistente, aunque en tan breve intervalo de tiempo, ella quedara prendada de la tez morena de su interlocutor y de su elegante traje azul a juego con la corbata. Seguramente no mintió cuando le dijo que recorría toda España como agente de una conocida marca de telefonía. Entre tiempos de conversación y de observación, tuvieron ocasión de hacer un crucigrama a dúo, utilizando un vistoso bolígrafo de Mercedes que, seguramente de forma no intencionada, el joven guardó en su bolsillo cuando la megafonía les anunció la llegada a la estación de término. Allí se despidieron y, entre risas, el muchacho comentó: —El mundo es muy pequeño, tal vez volvamos a encontrarnos. Ella, sintió el deseo de acompañarle, pero mintió pretextando hacer una gestión. La habían educado para no mostrar claramente sus sentimientos y, por principio, no deseaba que ninguna amistad masculina pensara de ella que era una mujer fácil.

Al llegar a casa, notó la falta del bolígrafo, de escaso valor, pero sobre todo echó de menos la presencia del ejecutivo y se lamentó de no haber estado rápida de reflejos para intercambiarse sus teléfonos. Tras varios días de pensar en la forma con la que podía contactar con él, creyó que la pérdida del bolígrafo le daba la oportunidad de hacerlo de una manera discreta, insertando un anunció en el periódico local.

Reanudó la marcha y penetro en la oficina, insertando en la sección de "Objetos Perdidos", el siguiente anuncio: Bolígrafo azul con incrustaciones, extraviado en el AVE del pasado sábado. Alto valor sentimental. Telf. 664......

Dos hombre y una mujer, contestaron a su requerimiento y con ellos quedó citada en una céntrica cafetería. Allí puso comprobar que ninguno de los bolígrafos era el suyo, pero como quiera que uno de los caballeros tenía buena planta y exquisitos modales, acertó a balbucear:—Creo que es este, aunque no estoy segura ¡lo usaba tan poco!. El caballero se lo entregó con una sonrisa de satisfacción diciéndole:—Me alegra haberle podido ser útil. Cuando se iban a despedir, Mercedes, anduvo más rápida de reflejos que la vez anterior y sugirió a su benefactor que aceptara tomar con ella un café, por las molestias que le hubiera podido ocasionar.

Tras el café, pasearon y tuvieron ocasión de comprobar la afinidad de gustos en las más diversas facetas de sus vidas, por lo que decidieron volver a verse de nuevo. Al despedirse, además de los teléfonos anotaron sus direcciones, utilizando el bolígrafo en cuestión. Después de que el hombre escribiera la dirección de Mercedes, dijo entre risas: —Nunca pensé que el bolígrafo que he cogido esta tarde del bolso de mi madre, me traería tanta felicidad.

Mercedes, un poco sonrojada, se rió abiertamente.

4 comentarios:

  1. La vida siempre sorprende. Muy interesante y agradable microrelato. Da mucho gusto leerlo

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    1. La vida siempre nos está sorprendiendo. En concreto, a mí, con tu inquebrantable amistad. Gracias, Alie.

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