LA VIDA DE MAGÍN PUERRO
-XX-
En
los días posteriores
crecía
la clientela
de
manera que “la pela”
engrosaba
con presteza
el
bolsillo. La pobreza
tal
como viene se vuela.
En
todos sitios ocurre
cuando
hay gente rijosa;
en
nuestro caso la cosa
partió
de la sacristana,
una
cotilla, la Ana,
de
fama muy envidiosa.
.
Después
de comprobaciones
supo
que la cantinera
que
era mujer soltera
convivía
con un hombre.
Una
conducta sin nombre
para
una mente zorrera.
Tan
deprisa como pudo
propagó
esta noticia
sabiendo
que la malicia
como
la pólvora arde.
Así
fue, pues a la tarde,
todo
el pueblo lo sabía.
El
sacerdote, don Cosme,
no era del todo sordo,
fino
de cara, muy gordo,
al
enterarse, la silla
se
rompió yendo la astilla
al
culo del cura tordo.
Siempre hay alguien o algo que estropea la felicidad. Excelente
ResponderEliminarCierto, Alie. Cuidémonos de la gente envidiosa. Te deseo un estupendo domingo. Gracias y abrazos.
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