EL ASESOR FISCAL
(Obra
teatral en tres Actos)
ACTO
PRIMERO
(En
el despacho de Mateo)
MATEO— (Suena el teléfono) ¿Dígame?
LUISMI— Buenos días, Mateo. Soy Luismi. Quisiera
pedirte hora para que me hagas la Declaración de la Renta y de paso para que me
asesores también sobre una cuestión amorosa. Me ha surgido una duda y he
pensado en ti, porque en ciertas cuestiones eres un experto.
MATEO— ¿Has cambiado de estado? ¿Tienes alguna duda
sobre los papeles que has de traerme?
LUISMI— Nada de eso; sigo soltero. Lo de experto te
lo digo por la cantidad de novias que tuviste antes de que te echara el lazo
Tere.
MATEO— Ja, ja, ja. ¡Qué cosas tienes! Novias tuve
algunas, pero de eso hace tanto tiempo...
LUISMI— "Quien tuvo, retuvo", dice el
refrán y a ti siempre te he considerado un maestro en el arte de ligar.
MATEO— Creo que no soy un mal asesor fiscal, pero si
me sacas de los números... Desconozco si en el terreno amoroso te podré
asesorar. De todas formas, dime de qué va la cosa.
LUISMI— Pues he pensado en ti, por si me puedes
echar una mano en un asunto que últimamente me tiene preocupado. Estoy saliendo
con una chica a la que no sé exactamente si la puedo dar el apelativo de
"novia". Es más, no sé siquiera si se puede considerar que salgo con
ella.
MATEO— ¡Vaya lío, amigo! Eso necesita una
explicación detallada. ¿Qué te parece si me vienes a buscar al despacho a eso
de las ocho? Nos damos un paseo y ya me cuentas.
LUISMI— Vale. A las ocho estaré allí como un clavo.
ACTO
SEGUNDO
(Paseando
por la ciudad, esa misma tarde)
LUISMI— Buenas tardes, Mateo.
MATEO— Perdona si te he hecho esperar un ratito. Es
que a última hora, todo el mundo quiere que le hagas la Declaración de la
Renta.
LUISMI— Ya lo comprendo, Mateo. Son malas fechas,
por eso iré rápidamente al grano sobre la cuestión. Además de la de la Renta,
quiero que me des tu opinión sobre otra declaración que hice por mi cuenta y
que me parece que presenté fuera de plazo.
MATEO— Me tienes en vilo. Cuenta, cuenta...
LUISMI— Es que conocí hace dos meses a una piba
estupenda, Marisol, que me dejó tan impactado que dos semanas más tarde le
declaré mi amor.
MATEO— ¿Y?
LUISMI— Pues me dijo que acaba de romper con su
novio y que no estaba segura si todavía sentía algo por él o no. Me comentó que
yo era un chico muy majo y que si quería, podía salir con ella con la condición
de que fueran, únicamente, los martes de siete a diez, que era cuando estaba
disponible.
MATEO— ¿Como amigos, como novios o en plan de
pensiones?
LUISMI— De pensiones y hoteles nada de nada. Como mucho
la tomo de la mano y no la rechaza, luego, si se da la circunstancia de que
pasamos por un sitio poco iluminado, le doy unos cuantos besos y achuchones y
tampoco protesta, solamente me responde con un "qué tonto estás hoy",
pero sin que me abrace ni reaccione a mi calentura. ¿Tú qué opinas?
MATEO— Yo diría que has puesto tu capital a muy bajo
interés y que para ella, tus besos no la desgravan ¿Sabes cuáles son sus
activos y en qué invierte el tiempo del resto de la semana?
LUISMI— No tengo ni idea.
MATEO— Pues haz lo mismo que Hacienda. Vigílala por
si tiene cuenta en algún paraíso amoroso y luego tú sacas conclusiones.
LUISMI— Me has dado una idea. A partir de mañana la
seguiré discretamente y ya te contaré.
MATEO— Es lo mejor. Así sabrás si está hipotecada o
si realiza otro tipo de "inversiones".
ACTO
TERCERO
(En
el despacho de Mateo, tres semanas después)
LUISMI— Buaaaaa, buaaaaa...
MATEO— ¿Pero qué te pasa, Luismi? Estás desencajado.
¿Has tenido alguna desgracia familiar?
LUISMI (llorando)— Buaaaaa, buaaaa... Es por la
Declaracióooon...
MATEO— No te pongas así. Aún no la he calculado. A
lo mejor estás llorando a lo tonto y no tienes que pagar lo que supones.
LUISMI (entre sollozos)— No me refiero a la de la
Renta... Es por Marisoool.
MATEO— ¡Ah, Marisol! Cuéntame. ¿Cómo fue la
vigilancia?
LUISMI— Pues menos los martes que sale conmigo, los
demás días de la semana siempre va acompañada de otros chicos. Tiene amores a
interés variable.
MATEO— Ya te dije que podía estar hipotecada, y por
lo que me dices, multiempleada. Se ve que no sufre ningún tipo de retención,
pero no te preocupes, Luismi, ya encontrarás otra mujer que te haga feliz.
Mujeres hay muchas y algunas sueñan con un hombre a plazo fijo.
LUISMI— Sí, pero como Marisol...
MATEO— Bueno, olvídala cuanto antes y vamos a hacer
la Declaración de este año. Me temo lo peor porque el dinero que se te fue con
ella no se puede computar como gasto y tampoco puedes desgravarte por alquiler
de inmuebles. ¡En fin!, creo que te tocará pagar. En cuanto a la otra
Declaración, la de Marisol, está claro que si sale con un chico, ni sueñes que
te salga a DEVOLVER.
LUISMI— Me siento el hombre más desgraciado del
mundo. Estoy sin amor y a partir de julio, sin dinero.
MATEO—Tienes que ser más listo. Cómprate un casoplón
de seiscientos mil euros en la sierra; desgravas un montón de dinero cada año y
hasta puede que te eches novia.
LUISMI— Gracias, Mateo. Tendré que hacer algo así.
Oye: ¿Es verdad que Hacienda somos todos?
MATEO—"Todos los tontos", querido Luismi.
Hasta pronto, Mateo. Por cierto, tira los pañuelos en la papelera, nunca en el
inodoro, pues los atranques sí que los pagamos entre todos los vecinos.
FIN
Excelente y simpática obra
ResponderEliminarMuchas gracias, Alie. Me encanta que la obrita te haya gustado. Abrazos sinceros.
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