UNA INVESTIDURA,
LINGÜISTICAMENTE, FALLIDA
Durante el día de ayer, he seguido ante el
televisor, buena parte de la sesión de investidura, interesado en escuchar las
razones esgrimidas por los representantes de los distintos Partidos políticos
en un tema tan crucial para nuestro país, cual es la designación del futuro
Presidente del Gobierno de la Nación.
Me reservo la opinión que me mereció cada uno, pues
mi blog pretende ser fundamentalmente literario. Tampoco citaré nombre alguno
de orador, atendiendo al viejo refrán: "Se dice el pecado, pero no el
pecador" y, también, porque no quiero que ninguno de ustedes se sienta
ofendido. Sí digo, que varios de los oradores intervinientes incurrieron,
algunos machaconamente, en un mal uso del empleo del plural: "Ciudadanos y
ciudadanas" "Españoles y españolas" " Diputados y
diputadas" "Aquellos jóvenes y aquellas jóvenes" etc. etc. son
un pequeño muestrario de "muletillas" que tuvimos que escuchar por
boca de nuestros representantes. Si su nivel en otras áreas de las Ciencias, la
Economía o el Derecho es semejante a su conocimiento del idioma castellano
¡Estamos apañados!
A título informativo reproduzco, lo que al respecto,
nos dice el Diccionario panhispánico de dudas de la Real Academia Española:
Uso del masculino en referencia a seres de
ambos sexos
2.1. En los sustantivos que designan seres
animados, el masculino gramatical no solo se emplea para referirse a los
individuos de sexo masculino, sino también para designar la clase, esto es, a
todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos: El hombre es el único animal racional; El
gato es un buen animal de compañía. Consecuentemente, los nombres
apelativos masculinos, cuando se emplean en plural, pueden incluir en su
designación a seres de uno y otro sexo: Los
hombres prehistóricos se vestían con pieles de animales; En mi barrio hay
muchos gatos (de la referencia no quedan excluidas ni las mujeres
prehistóricas ni las gatas). Así, con la expresión los alumnos podemos referirnos a un colectivo formado exclusivamente
por alumnos varones, pero también a un colectivo mixto, formado por chicos y
chicas. A pesar de ello, en los últimos tiempos, por razones de corrección
política, que no de corrección lingüística, se está extendiendo la costumbre de
hacer explícita en estos casos la alusión a ambos sexos: «Decidió luchar ella, y ayudar a sus
compañeros y compañeras» (Excélsior
[Méx.] 5.9.96). Se olvida que en la lengua está prevista la posibilidad de
referirse a colectivos mixtos a través del género gramatical masculino,
posibilidad en la que no debe verse intención discriminatoria alguna, sino la
aplicación de la ley lingüística de la economía expresiva; así pues, en el
ejemplo citado pudo —y debió— decirse, simplemente, ayudar a sus compañeros. Solo cuando la oposición de sexos es un
factor relevante en el contexto, es necesaria la presencia explícita de ambos
géneros: La proporción de alumnos y
alumnas en las aulas se ha ido invirtiendo progresivamente; En las actividades
deportivas deberán participar por igual alumnos y alumnas. Por otra
parte, el afán por evitar esa supuesta discriminación lingüística, unido al
deseo de mitigar la pesadez en la expresión provocada por tales repeticiones,
ha suscitado la creación de soluciones artificiosas que contravienen las normas
de la gramática: las y los ciudadanos
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