LA TAPA
Recientemente, se ha celebrado en Valladolid, el
XIII Concurso Nacional de Pinchos y Tapas, coincidiendo con el Primer
Campeonato Mundial de Tapas. Todo un acontecimiento gastronómico que ha reunido
en nuestra ciudad, a "la crème de la créme"o a "la flor y
nata", por emplear términos culinarios, de una ingente cantidad de chefs,
venidos de los diversos puntos del planeta. Un jurado experto ha otorgado los
correspondientes premios, cuyo Fallo, líbreme Dios de criticar, porque no he
formado parte del jurado y en el imaginario caso de que me lo hubieran
propuesto, hubiera tenido que renunciar a tan alto privilegio, dada mi
incapacidad para poder distinguir sabores, aromas y texturas, de composiciones
tan sofisticadas.
El gusto, como tantas cosas en la vida, se educa a
base de practicar y practicar. La primera lección consiste en descifrar algunos
términos con los que uno se puede encontrar al ojear la carta de pinchos de un
restaurante de cierta categoría: "crujiente" "espuma"
"glaseado" "tulipa", etc., suelen ser las primeras palabras
con las que nos encontramos; después viene el componente principal, camuflado
en un eufemismo escrito con morfema en diminutivo. Así el cerdo o marrano de
toda la vida, se convierte en "Ceboncito" y sus extremidades se citan
como "manitas". Si lo que pides, termina con: "en
reducción", témete lo peor, pues el bocado esperado ocupará una mínima
parte del enorme plato en que te lo sirven y el precio a pagar, siempre estará
en razón inversa de la "reducción" ofertada. Si te animas a seguir
leyendo, conocerás el lugar de
procedencia: "del mar Cantábrico" " de la dehesa
salmantina" , etc., no siendo raro que incluyan alguna referencia al
origen de la receta, para que no te atrevas a preguntar cómo lo han hecho. El
socorrido "al modo de la abuela" suele ser un buen truco, pues viendo
la edad del cocinero, no es aventurado suponer que la abuela ya se encuentre
habitando los espacios celestiales y así te quedarás sin saber el artífice
original de esa explosión de sabores que se desparrama en tu boca.
Para adquirir cultura gastronómica, también es
recomendable leer libros sobre el tema, pero sin pasarse, como le ocurriera a
Don Quijote con los libros de caballerías, porque en cierta ocasión leí que la
paletilla más jugosa de un lechal, era aquella en la que el animal se recostaba
en el aprisco. ¡Exíjala, al degustar un buen lechazo asado!— recomendaba el
experto. ¡Para echarse a reír!
Pero para no irme por los cerros de Úbeda os diré
que esta mini comida de nombre controvertido, puesto que la tapa además de
cerrar la parte superior de un recipiente, abre el apetito, resulta ideal para
charlar con los amigos y para hacer tiempo y ganas hasta que llegue la hora del
almuerzo. A mí, y mientras no eduque
mejor el paladar, me basta con que al vino o a la cerveza le acompañen un
pincho de tortilla o una ración de calamares, aunque prometo seguir estudiando
sobre el tema, porque para el 2018, quieren declarar a la tapa como Patrimonio
Inmaterial de la Humanidad y no deseo, que por inculto, me señalen con el dedo.
De momento, ya estoy recogiendo información sobre los usos culinarios del
nitrógeno líquido.
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qué gustazo leerte. Buen domingo
ResponderEliminar¡Qué pena no haberme dado cuenta antes, de tu comentario! Discúlpame, Mª Ángeles. Gracias por la atención que has tenido conmigo. Yo, también, disfruto leyéndote y sabiendo que tengo en ti, a una gran amiga. Abrazos.
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