Crónicas de mi Periódico 2 de noviembre de 2017
EL SOTERRAMIENTO
Hace poco más de un siglo que, gentes provenientes
del medio rural y de otras poblaciones limítrofes a Valladolid, atraídas por la
incipiente industria pucelana, ocuparon las tierras que se encontraban fuera de
los límites con el que el trazado del ferrocarril perimetraba el contorno de la ciudad. Desde entonces, el
crecimiento de los barrios surgidos al otro lado de la vía ha sido imparable,
de manera que la que fuera capital del
Reino, se encontró, casi sin darse cuenta, partida en dos por una autopista de
hierro, que lejos de embellecerla, deterioraba su plana orografía salpicándola
con pasos subterráneos o elevados necesarios para poner en comunicación ambos
lados de la ciudad.
La esperanza de eliminar barreras, surge en el año
2002, cuando el Ayuntamiento firma un
convenio, liberando el suelo de las vías e instalaciones anejas para
convertirlas en suelo urbanizable en el que se podría realizar un Plan
verdaderamente atractivo, consistente en la edificación, entre otros, de cuatro
rascacielos, abundante espacio verde y una espectacular "Gran Vía"
que recorrería la ciudad de Norte a Sur. Al parecer, el dinero proveniente de
la venta del suelo recalificado, sería más que suficiente para que la
tuneladora entrara en acción. A tal efecto se firmaron préstamos y avales
bancarios con el que comenzar las obras. La participación de la Junta de
Castillay León y del Ministerio de Fomento, era más bien escasa. Se pensaba,
ingenuamente, que el proyecto no costaría nada a la ciudad.
Desgraciadamente, la tan traída y llevada burbuja
inmobiliaria, explotó alcanzando de lleno los cimientos del proyecto. El suelo
liberado dejó de interesar a los promotores a los que ya no les atraía
construir, cuando había una oferta de pisos considerable, aunque el valor del
suelo descendiera hasta el punto, de no cubrir, ni de lejos, los costes del
sotrramiento. Así hemos llegado a la situación actual, con un Ayuntamiento que
dice no disponer de presupuesto para afrontar la obra, lo mismo que la Junta de
Castilla y León y de un Ministerio de Fomento que manifiesta hacer bastante con
pagar parte de los intereses de la deuda contraída, mientras calma la
indignación del vecindario, proyectando un nuevo paso subterráneo que ponga en
comunicación algún barrio aislado,
prometiendo que el soterramiento se llevará a cabo cuando "las
condiciones lo permitan".
¿Por qué Córdoba, Sevilla, Zaragoza y Barcelona
gozan de soterramiento mientras que Murcia y Valladolid no?
Hoy, más que nunca, es necesario abrir un
debate sobre financiación
autonómica que, haciendo una justa
distribución de la riqueza, iguale a todos los contribuyentes españoles
independientemente de la insistencia con que reclamen no sé que privilegios.
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