CICLOGÉNESIS
EXPLOSIVA
Hace tan solo unos días, los medios de comunicación nos alertaban sobre la más que probable formación de una ciclogénesis explosiva, cuyos efectos, altamente devastadores, podrían causar daños irreparables sobre la población y otros reparables, pero costosos, sobre bienes y pertenencias. La mayor parte de nosotros ha entendido, que nada bueno acompaña la presencia de este fenómeno, aunque nos cueste trabajo comprender el origen del mismo y tengamos dificultades en asimilar el léxico científico empleado, por ejemplo cuando escuchamos que la súbita bajada de la presión atmosférica, es de no sé cuantos hectopascales. Sin embargo, la expresión: "ciclogénesis explosiva" se ha introducido con suma rapidez en las conversaciones habituales, dándole un significado que nada tiene que ver con los fenómenos climatológicos. Y para muestra, tres botones.
En ocasiones, los tabiques de las casas de nueva
construcción no nos aíslan lo suficiente como para impedir que deduzcamos que,
en el piso de arriba, la convivencia no debe ser demasiado buena. Abundan las
tormentas verbales que se agudizan en momentos puntuales sin causa conocida. En
cuestión de segundos, desciende de manera drástica el nivel de convivencia, se
profundiza la borrasca de acusaciones mutuas y se incrementa el volumen y la
frecuencia de los diálogos, alcanzándose rachas que superan las 150 palabras
por minuto, seguidas de intensas chaparradas de descalificaciones, pudiendo el
temporal provocar la caída de objetos. Al día siguiente, la portera nos comentará:
"Ayer hubo bronca en el piso de los nuevos inquilinos. ¡Madre de Dios! ¡Qué
manera de insultarse! Aquello no era una riña, parecía más, una ciclogénesis
explosiva— te dirá, remarcando los dos últimos vocablos—. La relación de esta
pareja me huele mal"—.Terminará sentenciando.
Los catalanes sufren en los últimos tiempos, continuas
borrascas políticas, que desembocan en fechas de consulta, en lo que algunos
denominan ciclogénesis explosivas de la ciudadanía. La siguiente ya está
prevista para el 21D. Algunos Partidos, esperan con ansiedad, que la lluvia de
votos aumente el nivel de sus pantanos escasos de electores. Se prevén desbordamientos
de declaraciones y caídas de más de un dirigente, a consecuencia de la fuerza
incontrolada de un huracán de pasiones. Pronto veremos sus efectos,
aunque la gente con sentido común dice que, con elecciones o sin ellas, "algo
no huele bien".
Hasta en las conversaciones entre amigos de cierta
edad proclives a hablar de dolores y males diversos, las dos susodichas
palabras han hecho acto de presencia. Un conocido mío me comentaba, que tuvo
que acudir a Urgencias hospitalarias después de una semana sin visitar al señor
Roca. "Fui hecho un trapo—me decía—, pero en cuanto me pusieron unos
enemas, en cuestión de minutos, sentir un agudo dolor de vientre y tener que ir
al servicio, fue todo uno. Ni te cuento: aquello fue peor que una ciclogénesis explosiva—me
continuó relatando—. Al día siguiente, estaba como si nada".
Pero me lo contó y puede que él estuviera relajado como si nada, pero
yo me quedé con el cuerpo revuelto. Fue tal la crudeza del relato y el énfasis
empleado al explicarme su "ciclogénesis explosiva", que no pude
evitar las náuseas, pues la imaginación te permite ver lo que nunca presenciaste
y oler lo que jamás inhalaste.
Creo que esta desagradable sensación no debe ser
parecida (A Dios Gracias), a la sentida por la portera, ni a la vaticinada por la
gente sensata de Cataluña.
Prudentemente dejo aquí mi comentario, porque
comencé hablando de ciclogénesis explosiva y no quiero concluir (aunque sea muy
instructivo conocer sus diversas acepciones), haciendo un improvisado homenaje a
Camilo José Cela.
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