PASAJES DE “CÉCILE. AMORÍOS Y MELANCOLÍAS DE UN JOVEN POETA” (41)
CAPÍTULO V
La Acogida
………………..
Apenas duró media hora mi estado
de éxtasis, pues mi hermana, nerviosa, aprobó el ensayo pero ordenó apremiante:
―Por hoy ya es suficiente ―dijo, desconectando
el pick-up―. La prueba ha sido un éxito. Vamos a colocar todo como estaba, que
mis padres no tardarán en venir. Ojalá obtengamos permiso para bailar aquí
cuando esté Nacho.
Tata Lola y Petra, habían seguido
nuestras evoluciones, observándonos desde la puerta. Esta última hizo una
evocación de sus años jóvenes.
―¡Lo que me tengo bailado en el
salón de la Plaza del Cubo, sólo Dios lo sabe! ¡Hasta las tantas de la
madrugada aguantábamos en fiestas! Pero ahora... soy un carcamal que bastante
tiene con poder moverse. ¡Hay que amolarse, lo corta que es la vida!
―La vida puede parecer a algunos
que es demasiado corta ―puntualizó tata Lola―, pero en mi caso, por haber
nacido pobre y tener que servir desde niña, siempre me ha parecido que el
tiempo transcurre terriblemente despacio, y con todo, ya no cumplo los
cincuenta.
Terminado el ensayo, Daniel no
quiso que les acompañara de regreso a casa.
―Estamos a un paso. Iremos
deprisita para no enfriarnos.
En la puerta, quedamos en
contactar en cuanto supiéramos el día en que llegaría Nacho, y nos saludamos
intercambiando besos de despedida.
―Es una costumbre muy francesa
―intentó justificar Daniel, cuando besó a mi hermana.
―Es una costumbre que no hay que
perder ―dije mientras besaba a Cécile.
―No seas malo… no seas malo
―repitió la muchacha, con gesto complaciente, antes de que su figura se
perdiera escaleras abajo.
Era tal la ilusión que sentí al
cerrar la puerta, que creí que una nueva resurrección se operaba dentro de mí.
Recapitulando los momentos vividos, compuse este sexteto que titulé “Algo está
cambiando” en referencia a la ilusión que la presencia de Cécile me
proporcionaba.
ALGO ESTÁ
CAMBIANDO
Por fin la oscura noche ve la
aurora.
El corazón ya libre y antes
preso,
quiere lanzar al aire melodías.
Revivo con pasión, hora tras
hora,
el momento feliz, tu dulce beso,
que borró de mi ser melancolías.
Aquella noche pensé con todo
fundamento, que el Cielo, de cuya existencia llegué a dudar, se ocultaba en
algunas personas de este mundo. Y yo acababa de encontrarlo. ¡El Cielo era
Cécile!
Gracias a que tocamos el cielo, a través de algunas personas,es que podemos soportar la vida tan dura en está tierra.
ResponderEliminar¡Me gusta!
El Cielo, o un anticipo del mismo, está entre nosotros. Echemos una mirada de comprensión hacia los demás y lo encontraremos. Gracias, Maite, por tu acertado comentario y gracias, también, porque el pasaje te haya gustado.
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