Ha comenzado febrero con la atmósfera fría del
invierno. Un manto blanco ha vestido de inusitada luz campos y ciudades, como
anuncio de la bonanza que, dicen, acompaña a los años en los que nieva
copiosamente.
La belleza inmaculada de la nieve recién llegada, inspira y habla a quien observa el majestuoso descenso de los copos, con la
mente puesta en quien la ocupa.
Nada mejor que, plasmar estas impresiones, en una
octava real.
Quiero ser como tú, copo: blancura,
teñir de igual color
montes y valles,
engalanar de luz y de
hermosura
parterres de jardines,
y las calles.
Descender, lentamente,
a la aventura
soñando con posar donde
te halles
y aunque pierda la vida en el deshielo,
rozarme con tu piel,
será mi Cielo.
Fotografía de Santos Pintor Galán.
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Hermoso. Que la nieve nos traiga bonanza. Un abrazo, Carlos.
ResponderEliminarSi la nieve ha servido para que aparezca tu cara en mi blog, eso ya es de por sí hermoso; la bonanza será su consecuencia. Muchas gracias y un gran abrazo. María José.
ResponderEliminarExcelente y emotiva. Ya se sabe: Año de nieves, año de bienes (incluso poéticos). Un abrazo.
ResponderEliminarQue las nieves y los bienes desciendan sobre nosotros, amigo Federico, a modo de bendición y, si no son capaces de estimular nuestra creatividad, al menos nos dejen como estamos, pues es sabido que el frío conserva los cuerpos. Un abrazo fuerte a compartir con Teresa.
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