domingo, 10 de enero de 2021

 

INVIERNO DEL ALMA

 

 

 

 

Sobre carámbanos de hielo

flota el vaho solar del desencuentro.

Hay una existencia rota por olvido,

salpican sin cesar los ecos de los muertos,

y los cipreses se retuercen asustados.

Decaído el ánimo, gritan las nubes cenicientas;

en su cubil de plata duerme el zorro.

La soledad es espaciosa

como la negra llanura sin término preciso,

o como el fondo del pozo

que no acierto a entrever.

Desnudado el abedul,

elevo la mirada por encima

del desamparo y me compadezco.

 

El final esta próximo, o al menos así lo presiento,

porque no hay en mi entorno

brizna de verde hierba, ni amor,

ni calor materno.

Tiritan de dolor los huesos

y el rostro dibuja, a mi pesar, la calavera.

Imposible pensar que yo pensaba,

imposible imaginar que tuve sueños,

imposible creer en lo que he visto y he vivido,

contemplando en el espejo,

las cuencas semivacías de los ojos.

 

Y, sin embargo, en mi pecho

palpita la esperanza

en la constante encarnación diaria.

El carámbano se funde gota a gota

hasta perder la vida

sin conocer si fue la luz solar,

el hogar encendido, el lamido de un animal

o el puro azar,

el que le llevó a engrosar el caudal del arroyo

que mañana nos traerá la primavera.

 

Fotografía de María Criado Navarro.

2 comentarios:

  1. No resulta fácil encontrar una persona tan sensible como tú. Te felicito y agradezco tu elogio. Gracias por tener el detalle de escribir tus impresiones poéticas. Abrazos, Laura.

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