jueves, 7 de enero de 2021

 
LA REFORMA

Crónicas de mi Periódico                    7 de enero de 2021

 FIESTAS ILEGALES

 

 

 

Además de las relativas a la propia higiene personal, nos han dicho, recomendado y más tarde obligado bajo pena de sanción, una serie de normas entre las que el uso de mascarilla, la distancia de seguridad y el aforo permitido, parece que son fundamentales para que riesgo de contagiarnos de coronavirus sea mínimo y como consecuencia, frenemos la expansión de la pandemia.

Estos condicionamientos están tan científicamente comprobados que la opinión de los negacionistas posee tan poco peso que solo cabe atribuirlas a mentes enfermas o que en base a una libertad mal entendida, pretenden imponer al resto sus absurdos planteamientos.

Más execrable resulta aún la actitud de quienes, saltándose las normas, pretenden hacer de la situación carencial que padecemos, un negocio. Parece ser que ciertos colectivos no pueden permanecer durante un cierto tiempo sin fiestas o celebraciones de rebaño colectivo, poniendo en riesgo no únicamente su salud, sino también la de familiares o amigos entre los que pueden encontrarse personas de alta vulnerabilidad.

Tras las incontables fiestas de fechas anteriores en las que numerosos jóvenes se reunían para hacer botellones con la exclusiva finalidad de divertirse, han surgido una serie de nefastos y peligrosos propagadores de la enfermedad. Me estoy refiriendo a los organizadores de Fiestas ilegales. Estos individuos, verdaderos terroristas del Sistema Sanitario, se lucran de la estupidez borreguil de unos cuantos, para sembrar de virus a todos los que pacientemente cumplimos con lo establecido. Su desfachatez es tal que se anuncian en periódicos de tirada nacional.

Desconozco cuál ha sido la actitud de las Autoridades ante estos hechos, pero sospecho que no ha pasado de tibia, con la imposición, si acaso, de una sanción administrativa de pequeña cuantía. En última gran redada policial ocurrida en Cataluña, los organizadores ya están en libertad y todos los participantes pululan a sus anchas, sospechosos de propagar la enfermedad, a la espera de recibir la propuesta de sanción.

Bajo mi punto de vista, no hay sanción que compense el gasto sanitario que se ocasiona a una persona inocentemente contagiada y mucho menos su dolor y su posible fallecimiento.

En la era de la informática no costaría mucho tener un registro de participantes en estas fiestas ilegales y que, en caso de enfermar, pagaran de su bolsillo los gastos que conlleva su hospitalización. Otro tanto se podría hacer con los que se niegan a vacunarse, aunque de este tema pienso escribir más adelante, cuando la hasta ahora, mal organizada campaña de vacunación esté más avanzada. ¡Ah! Y del Ministro en fuga.

 

 

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo contigo Carlos , en TODO tu articulo y te diré aún más , el último párrafo parece que m hubieras leído el pensamiento , ademas muchas veces he expresado lo mismíto con amigos y familiares (por supuesto por teléfono )
    Un abrazo

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  2. En primer lugar, perdona que no te haya respondido antes, pero al escribir en fecha bastante posterior a la publicación, no he prestado atención al comentario. Lo siento. En cuanto a lo que comentas, creo que es un sentir general de toda la gente de bien que utiliza el sentido común, que estas personas son unos irresponsables y que la sanción que merecerían debería ser muy superior a la que se les impone. Gracias y abrazos, Maribel.

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