jueves, 30 de septiembre de 2021

 

PASAJES DE "LAS LAMENTACIONES DE MI PRIMO JEREMÍAS"(82)

CAPÍTULO V

El tío Caparras

 

 

 

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―¿Dónde has estado? ―me preguntó Tinín, nada más llegar a casa.

―Con el primo Jeremías, pescando ranas ―contesté.

―Joo, yo quería haber ido ―musitó lastimeramente.

―No te pongas pesadito. Ya te llevaré la próxima vez.

Y le aparté para que no siguiera dándome la tabarra.

Hubiera deseado ir a mi cuarto y repensar en todo lo ocurrido durante la densa jornada, pero me sentí atraído por la música que sonaba en el comedor.

Mi madre, en un intento de distraer al abuelo, había colocado en la gramola un vinilo de Johann Strauss, uno de sus compositores favoritos, y en esos momentos abanicaba al enfermo siguiendo los compases de la «Marcha Radetzky». Al verme entrar junto a Tinín, levantó el brazo de la gramola y me advirtió:

―Me gustaría que la próxima vez que fueras a pescar ranas o cualquier otra actividad con Jeremías, no te olvidaras de tu hermano. Él también tiene derecho a divertirse. No es bueno que el niño esté todo el día con viejos.

―Descuida mamá; mañana le llevaremos a la escuela de verano ―dije para no disgustarla.

El abuelo dio señales de vida, removiéndose en la silla, y se dirigió a mi madre, suplicándola con un hilillo de voz:

―Pon otra vez en marcha el cacharro ese; quiero recordar los tiempos en que la Macrina y yo bailábamos aquí mismo toda la tarde hasta caer agotados en la cama.

Después, tras colocarse el sombrero, se sinceró diciendo:

―Gracias, Consuelo, por todo lo que haces por mí. Hacía tiempo que no pasaba una tarde tan entretenido ―y volvió a cerrar los ojos, mientras una lágrima surcaba su mejilla.

Observando la frágil figura del abuelo, me costaba trabajo imaginármelo bailando con la abuela «hasta quedar agotados» o cantando gregoriano tras el tío Caparras, mientras se burlaba de lo más sagrado. Entonces recordé lo que él mismo dijo días atrás: «Constantino González: quién te ha visto y quién te ve», y me invadió una pena infinita.

                                                                       Fin del Capítulo

 Fotografía de David Dubnistkiy

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