Crónicas de mi Periódico 7 de abril de 2022
UCRANIA, SUMA Y SIGUE
Ha pasado más de un mes desde el inicio de la
invasión de Ucrania y, desde entonces seguimos impactados por las imágenes que
nos llegan a diario y que nos convulsionan por su extrema violencia. Por si
fuera poco el espectáculo de ver edificios desmoronados, personas hacinadas en
sótanos al resguardo de las bombas y de varios millones de ellas intentando
salvar sus vidas fuera de su nación, recientemente, hemos podido comprobar,
tras el abandono de la ciudad de Bucha por parte del ejército ruso, la cara más
cruel y despiadada de la guerra. Escenas dantescas, que prefiero no relatar,
dan cuenta de la terrible crueldad de la que es capaz el ser humano (homo homini lupus).
Situaciones semejantes, se viven ahora y se han
vivido antes, en países física o políticamente alejados del nuestro, sin que
nos hayamos percatado o hayan merecido nuestra atención más allá de los pocos
segundos que la noticia duraba en los televisores. Ahora, cuando el horror
muerde la integridad europea y, sobre todo, cuando existe una amenaza real para
nuestra economía y latente para nuestras vidas, es cuando nos sentimos
solidarios y admitimos a millones de refugiados que rechazamos cuando la
avalancha humana procede del sur.
Es curiosa nuestra manera de comportarnos.
Establecemos diferencias por razas y culturas practicando una activa xenofobia,
que por otra parte, consideramos altamente rechazable en el discurso
políticamente correcto de lo que se proclama en cualquier foro de personas
civilizadas.
Cada vez se hace más palpable el doble lenguaje de
quienes nos dirigen. Por una parte condenan la agresión rusa y, por otra,
siguen alimentando con la compra de gas y petróleo la maquinaria que destruye
vidas, hogares e ilusiones. Se anuncian sanciones que intentan ahogar la
economía del agresor, pero siempre que no lastimen demasiado la economía de la
UE. Se nos informa con todo lujo de detalles del heroísmo ucraniano, pero se
censura cualquier opinión o difusión de imágenes que ponga en valor los
argumentos de la parte contraria y eso, machacando principios fundamentales de
cualquier democracia como son el derecho a la información y a la libertad de
expresión.
En estas condiciones, uno lamenta toda desgracia
humana, el dolor ocasionado a víctimas inocentes, el genocidio de la población
civil, la inconcebible barbarie en un mundo civilizado, etc. etc., pero muchas
interrogantes se quedan sin respuesta porque vivimos permanente manipulados por
informaciones sutilmente interesadas.
Que la paz y la cordura vuelvan pronto, no solo a
Ucrania, sino también a un mundo viciado por los intereses de quienes pretenden
dirigir nuestras conciencias.
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