LA HUELLA DE TU ROSTRO
Se
reclina en mi hombro la huella de tu rostro
como
un tibio sentir acurrucado,
vago
sostén para la vencida figura de un soñador de sombras.
Me
duelen las cuencas de los ojos
y
un lastimero pesar inunda desde el ser profundo
a
las alturas, este efímero edificio material
que
aún se mantiene combatiendo la amenaza
del
derrumbe inminente.
Sin
lágrimas que aportar al manantial desengañado,
sin
rencor aparente en la mirada imprecisa,
mascullando
desdichas de soledades,
el
calor del hombro herido suplica
a
los vientos consuelo y a lo desconocido una llamada.
Cegada
la conciencia en el momento cumbre,
pago
con creces el error con agudos temblores.
Sé
que eres tú, cuando resurge ante mí tu
figura
en
una extraña forma de sueño sugerente:
una
dulce estela de amor pasa a mi lado
y
no se detiene. Vuelve sus ojos enigmáticos,
me mira y prosigue su camino
dejando
en mi interior
el
alma traspasada.
Al
despertar, siento en el hombro,
la
tibia sensación de tu rostro acurrucado,
la
felicidad lejana y un sentimiento de culpa,
pesada
cadena que me hace prisionero
del
suplicio eterno.
Fotografía de Carlos Mijares
Santamarta (†)
Me encanta ❤️
ResponderEliminarMuchas gracias, amigo/a. Tu comentario es muy halagador. Te deseo una noche de felices sueños.Abrazos.
EliminarBello poema, Carlos. Gracias y un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, amigo Félix. Te envío un fuerte abrazo y te deseo una noche tranquila con un agradable despertar. Abrazos.
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