A UNA MUJER ÚNICA

 

 

 

Sé que mi amor fue insuficiente,

aunque si más la hubiera amado

habría quedado también en desventaja,

pero la edad juvenil me hizo creer

que después tendría tiempo

de prolongar besos y halagos

y el tiempo pasó calladamente,

hasta menguar su figura

y cubrir de nieve mi cabeza.

 

Me di cuenta tarde, ¡comprendedlo!

Ella, mucho antes de marcharse, entendía

mi actitud y se callaba,

pues su gozo

era verme feliz al visitarla.

 

Desde el lugar amable en el que habita

sigue velando mi sueño como antaño.

Lo adivino al despertar, por esa luz

con la que me recibe la vida,

sí, la vida, que me dio tan generosamente.

 

Fue una mujer especial y única

a la que creo ver en el espejo cada día

cuando mis ojos, que son los mismos suyos,

me dicen, como ella,

que el amor ha de ocupar cada momento,

darse todo y pleno cada día,

sin punto final ni recompensa.

 

 

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